Es curioso cómo pese al desapego que nuestra sociedad tiene con la religión católica, ésta nos sigue marcando las fiestas del calendario. Ya sabe usted que primero cayeron en picado los matrimonios, luego bautizos y comuniones, y ahora estamos en fase de desapego de los funerales para despedirnos de otra manera. No soy mucho de santorales así que todavía me tienen que recordar qué día es el mío, o más que recordar me sorprende alguien felicitándome ese día sin que tenga yo muy claro el motivo hasta que me lo delatan. Y en realidad tampoco me he preocupado por entender el por qué de una fiesta cambiante en el calendario porque mi primera opcional al llegar al instituto fue cambiar el catecismo –que nos obligaban a estudiar en primaria– por la ética, antes de saber siquiera que veríamos pelis guapas. Y vale, que lo de navidades vienen bien porque coincide con el cambio de año, lo de la Inmaculada porque hace puente con la Consti, pero lo de que estemos aquí y ahora dando la bienvenida a la Semana Santa, aunque alguien la llame Fiesta de la Primavera, como si fuera un eslogan de tu vieja pantalla amiga . T que el próximo sábado no haya periódico.