La nueva entrega de la vida y milagros de Donald Trump, que, a decir verdad, dan para mucho (he de reconocer que me lo pone fácil a la hora de elegir los temas para este espacio), la dedicaremos a las pataletas que se coge contra personajes públicos que, por unos u otros motivos, no le caen bien. En su mayor medida, artistas, lo que nos viene a indicar una de sus supuestas frustraciones. Su última víctima, un conocido actor de Hollywood, George Clooney. “Es una estrella de cine de segunda y un comentarista político fracasado”, soltó, ni corto ni perezoso (damos fe de esto), el presidente de Estados Unidos sobre el intérprete después de que este criticara la situación de la libertad de prensa del país. Anteriormente, otra celebrity, la cantante Taylor Swift, fue el centro de sus críticas: “Fue la única que tuvo una noche peor que los Kansas –el equipo de su novio–”, se mofó tras su derrota en la Super Bowl. Es decir, que no se corta sea quien sea la personalidad que se le cruce en el camino. Le da lo mismo que se trate de un reconocido artista o de un representante de la realeza europea como el Príncipe Harry, a quien no expulsó de EEUU porque, a su entender, “ya tiene suficientes problemas con su esposa Meghan”. He aquí, por lo tanto, uno de sus hobbies: poner a parir públicamente a quienes no piensan como él.
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