En la Euskal Herria del siglo XX las abejas eran animales sagrados. Cuando morían el nagusi o la etxekoandre, los familiares anunciaban el óbito a la colmena, bien para evitar que murieran, bien para pedirles que produjeran más cera con la que elaborar las velas para el funeral.
Por el contrario, en la conmovedora película 20.000 especies de abejas, de Estibaliz Urresola, las abejas son las protagonistas de un importante renacimiento.
En todo caso, estos insectos han sido históricamente y en diferentes culturas animales venerados. Nuestros antepasados lo sabían, sin necesidad de que se lo recordaran los manuales del medio natural. Las abejas son fundamentales para el mantenimiento de la biodiversidad y los ecosistemas. Y, además, producen un endulzante natural.
Pero ese preciado manjar está en peligro, porque ahora hay quien pretende “dárnosla con queso”. De hecho, en muchos de los supermercados donde se vende miel a precios irrisorios nos están estafando. Por eso miles de apicultores salieron ayer a la calle en Madrid, París y Lisboa, para abrirnos los ojos y decirnos que lo que parece miel es, en realidad, un sirope procedente, en su mayoría, de China, que entra ilegalmente sin etiquetar. Su comercialización como miel ha obligado a los apicultores que sí producen miel de verdad a bajar los precios para intentar competir con ellos. El ‘low cost’ de la apicultora. ¿Qué opinará la nueva inteligencia china sobre esto?