Hace unos años, acabábamos de llegar a un camping de Begur (Girona), cuando preguntamos en recepción: “¿Qué tal es el agua de aquí?”. La chica que nos atendía nos miró con cara de circunstancias y nos dijo: “No es como la que tenéis allá, yo no la bebería”. La realidad es que, en general, en toda la geografía peninsular, el agua del grifo es apta para el consumo, aunque siempre surgen matices sobre calidades que, a veces, simplemente se basan en que esta u otra agua tienen mejor sabor. Pero, como bien explican los expertos, aquí tenemos la suerte de que podemos abrir el grifo y consumir agua de calidad, muchísimo más barata que la embotellada. Algo que no siempre apreciamos aunque una encuesta de la OCU diga que el 99% de los vascos cree que el agua del grifo es de calidad.

Haciendo un reportaje con una familia que acogía a saharauis en verano señalaban que una de las cosas que más les llamaba la atención a los niños y niñas procedentes del desierto era poder abrir el grifo y tener agua al instante. ¡Milagro! Aún así, muchas veces preferimos comprar agua mineral embotellada que, en palabras del experto medioambiental Julen Rekondo, cuesta 250 veces más que la del grifo. La OCU le ha puesto también precio, 500 euros al año para una familia de cuatro miembros si se opta por consumir agua embotellada en lugar de la del grifo. Como para pensárselo.