Reconozco que no vi venir lo de ponerse un pañal para ver un concierto en directo. Lo van a hacer algunas fans de Taylor Swift, que la próxima semana actúa en ese estadio con forma de impresora de la capital del paraíso de la libertad y los bares. Las mozas lo explican en unos vídeos en las redes y tienen sus motivos de peso, no vayan a pensar que estamos hablando de un asunto intrascendente. Un ejemplo de pragmatismo de libro. Resulta que entre el telonero, las tediosas esperas y el concierto en sí, la cosa se alarga unas cinco horas y las chavalas no están dispuestas a perderse ni un solo segundo ni una sola canción de este acontecimiento planetario de la estrella del pop. Explica una de ellas que ha comprado unos pañales (de adultos, preciso yo) “hiperresistentes y de noche” (lógico, porque el concierto es de noche). La otra swiftie, que es como se conoce a las fans de la cantante estadounidense, tiene más experiencia en lidiar con el pañal, y confiesa que ya los ha usado alguna vez y que “llevarlo encima le dio mucha tranquilidad”. Además, pudo beber todo el agua que quiso y no se desmayó. Esto último me deja más tranquilo. Si cae un meteorito y nos extinguimos, que sea al menos con el pañal puesto.