Benito Fuentes, meteorólogo de Aemet, publicó hace unos días un estudio en el que concluye que los días para practicar esquí en las estaciones españolas se reducirán hasta un 40% a finales de este siglo, y que el número de horas con temperatura menor a -2ºC (imprescindible para que se pueda fabricar nieve artificial, aunque con 2ºC y un 25% de humedad también se produce) decrecerá hasta un 50% para 2100. Montes del Pirineo que durante estas fechas suelen estar cubiertos por un manto blanco, lucen un llamativo verde, más propio del verano. La disminución de las precipitaciones de nieve viene de lejos, acentuada por el cambio climático. Este invierno, la estación de esquí de fondo de Irati, en Zuberoa, ha echado el cierre tras 56 años de actividad. Desde 2020, pandemia mediante, solo había abierto once días. Frente a una realidad palpable, tenemos a Arabia Saudí, que será sede de los Juegos Asiáticos de Invierno en 2029. Esquiar en Arabia Saudí debe ser lo más parecido a jugar a voley-playa en la Antártida. Pero como están podridos de petrodólares y han encontrado en el deporte un filón para intentar blanquear su régimen, los mandatarios construirán una ciudad futurista (“y sostenible”), Neom, en mitad del desierto. No se quedan ahí los saudís, que pretenden también organizar unos JJOO de Invierno. Con la afición que tiene el COI por el dinero, no tengo la más mínima duda de que Arabia será la Suiza de Oriente Próximo.