Algunos políticos consiguen ahora en un segundo lo que antes podían estar años tratando de lograr: que sus pensamientos lleguen a miles de personas de golpe. Los community managers, ese nuevo oficio que consiste en llevar las redes sociales de otros que deberían estar muy ocupados trabajando, buscan ahora el máximo impacto y a veces lo consiguen. Algunas, como Ayuso, que cultivó esta moderna profesión para Esperanza Aguirre, ha colado estos días su crítica hacia el Gobierno de Sánchez recordando que ha habido dos descarrilamientos de trenes en la estación de Atocha en poco tiempo y añadiendo: “Haremos todo lo necesario para proteger a los madrileños de la despreocupación de Sánchez por el Cercanías”. El ataque de la presidenta de Madrid ha tenido respuesta similar del nuevo ministro de ramo, Óscar Puente. “Céntrate en construir líneas de metro sin derribar las casas de nadie, que de los problemas que tenga la red de cercanías de Madrid ya se ocupa el Gobierno de España”, le dice. Un toma y daca macarra, que aplaudirán sus respectivos fans, un estilo que quizás sume votos pero no da soluciones. Yo pensaba que los culpables de estos mensajes poco constructivos eran los community managers, pero por lo visto no. Ayer Sánchez pidió a Puente que deje sus redes a un profesional.