Domingo a las diez de la mañana. Planazo. Juega el equipo de mi hija. Empiezan a disputar su primera liga. Son unas niñas todavía, pero han encontrado en el fútbol una forma de hacer deporte, de sentirse equipo y comprometerse con algo. Unas porque lo llevan en la sangre, otras quizás por el tirón que ejerce el deporte rey en nuestra sociedad, o sencillamente porque ese día los astros coincidieron así o porque sus amigas también iban. En su estreno competitivo, los boletos para la derrota son numerosos, pero la ilusión y los nervios son ya suficiente premio, una lección de vida en sí misma, al igual que lo son las derrotas y las victorias; las experiencias que acumulamos. Esta temporada, son 23 los equipos femeninos que dan el salto al fútbol 11 en infantiles en Gipuzkoa, más de 400 menores despojadas de complejos del pasado. Y estamos con vosotras. No importa cuánta gente vaya a veros, si sois Aitana o Alexia, ni siquiera que haya quien piense que lo hacéis mal y que este es un deporte de mozos. El fútbol es cosa de quien lo juega, ya sea en la elite, regional o infantiles. Y algunos disfrutamos con su esencia, ya sea al toque fino de Messi, o al empuje del cadete de nuestro pueblo. Y nos gusta más si lo juega una de las nuestras, una hija, un sobrino o un amigo. El resto ya es vicio. Aupa neskak!
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