En muchas ciudades nos encontramos con grafitis con mensajes como “Turists go home”. Nosotros vimos algo así en Porto, sí, Porto: “- Oporto, + Porto”, decía la pintada. Y es que los portugueses están hartos de oír a los turistas decir Oporto. También vemos, y cada vez más, en noticias y reportajes que nos hablan de las consecuencias de un turismo masivo que ha hecho que los precios de la vivienda sean imposibles y que caminar por el centro casi no sea una opción para los lugareños. Una de las historias más recientes es la de los habitantes de Manacor (Mallorca), que han decidido colocar carteles en inglés a las entradas de las calas con mensajes como “Cuidado, 3 horas andando hasta la playa” o “Cuidado, peligrosas medusas” y, en mallorquín, en letra pequeña, “playa abierta”. En la isla balear ya es una realidad el hecho de tener que hacer cola desde bien temprano para lograr entrar a algunas calas y lugares antes desconocidos para turistas. Algo de lo que se han quejado los vecinos de la isla, muchos de ellos en redes sociales, pidiendo por favor a influencers que dejen de compartir sus idílicas ubicaciones constantemente. Cómo tienen que estar los tailandeses, que antes sólo nos veían en las lunas de miel y pronto tendrán que llenar sus templos de mensajes disuasorios en euskera.