Hay una imagen que, cada vez que la miro, me hace ver la realidad con una perspectiva diferente . Es el perfil del Annapurna visto desde su campo base. Cuatro mil metros de desnivel que marcan la diferencia entre la vida y la supervivencia. Cuatro mil metros de desnivel que marcan el límite entre lo cotidiano y lo superlativo. Cuando se acercan las elecciones forales y municipales, siempre surge cierto nerviosismo en la redacción, por lo que supone de trabajo previo, pero sobre todo por la noche electoral. Llegar al cierre impuesto suele ser complicado y, una vez culminado el trabajo, la sensación de vacío es abrumadora. Pero al día siguiente hay que continuar: actualizar la web, analizar los resultados, realizar entrevistas.... Y en esa vorágine en la que nos metemos se nos olvida que la vida sigue y que los ciudadanos miran de reojo los resultados, pero están más preocupados por sus problemas del día a día. Es una cuestión de supervivencia. Trabajo, familia, conciliación, horarios, salud... Sin embargo, no deja de ser relevante al 40% de los guipuzcoanos les ha parecido mejor no participar en la elección de quiénes decidirán en tantos otros asuntos que nos afectan en ese vida cotidiana. Por tanto, no generalizar la abstención también debería ser una cuestión de supervivencia para la democracia.
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