Aficiones particulares al margen, ya está a punto de empezar la temporada de los disfraces. Apenas queda una semana para la festividad de Todos los Santos y la importada Halloween, y a ella le siguen los jolgorios de Nochevieja en la que cada vez se están imponiendo los disfraces en la calle y, finalmente, Carnaval.
Son muchas las personas que participan en estos eventos y les gusta hacerlo en grupo, tanto familiares como de amigos. En los últimos años, en paralelo al aumento de mascotas en los hogares, son muchos los que integran a sus perros en estas fiestas y también los visten con algún detalle sencillo para integrarlo en el ambiente o con traje completo de acuerdo con la temática elegida.
A los humanos puede parecernos divertido y entrañable, pero, ¿es adecuado disfrazar a nuestras mascotas, es perjudicial o al menos inocuo?
Por qué vestir al perro
Cubrir a un animal resulta en principio una molestia para él. No están acostumbrados y no es propio de su naturaleza. Pero en ocasiones puede ser necesario dotarlos de un complemento que los cubra.
Por este motivo es importante distinguir tres motivos a la hora de vestir a una mascota.
El primero de ellos es funcional. Nuestra mascota puede necesitar un abrigo para soportar el frío en la calle, evitar mojarse excesivamente cuando llueve o necesitar un chaleco para bañarse. Un segundo motivo es simplemente estético, para verlo más guapo, simpático o entrañable, y acaba con una foto en Instagram o un vídeo en TikTok. Y el tercer motivo es social, cuando queremos integrar a nuestro animal en un evento o en una celebración.
En el primero de ellos se trata de una medida beneficiosa pero que necesita de una preparación previa para que la acepte, algo que puede no ocurrir; según cada animal. En los otros dos casos, no hay ningún tipo de beneficio en someterlos a una práctica que no entiende ni ofrece un benéfico directo. De hecho puede ser muy estresante e incómodo hacerlo participar en algo que no entiende, como una ruidosa fiesta de disfraces.
Los disfrazamos
Si a pesar de todo decidimos disfrazar a nuestro perro debemos tener muy claro el carácter del animal, qué es lo que vamos a ponerle y durante cuánto tiempo. No es lo mismo ponerle un simple adorno en el collar o una pequeña bandana alrededor del cuello que un adorno en la cabeza a modo de sombrero o tocado, o un disfraz de cuerpo entero.
También hay que tener en cuenta si va a ser durante un momento corto, lo suficiente para una foto o un vídeo para Instagram o TikTok, o va a participar en un desfile o una fiesta que dure varias horas. No todos los perros llevan bien estos estímulos continuados.
Por ello hay una serie de aspectos que debemos tener en cuenta si nos decidimos a dar el paso de caracterizarlos:
- Tener claro que el perro tolera llevar ropa, de lo contrario, ni intentarlo. En todo caso, con mucho tiempo por delante, ir haciendo que lo acepte con el debido entrenamiento desde semanas antes.
- Nunca hay que ponerle un disfraz que le resulte incómodo, inadecuado o inseguro.
- El disfraz no debe dificultar la respiración, la movilidad, ni mucho menos los campos visuales, olfativos ni auditivos.
- El material debe se ligero, cómodo, transpirable, sin adornos peligroso ni complementos pequeños que puedan tragarse.
- Deben poder hacer pis y caca con facilidad y sin estorbos.
En resumen hay que evitar que a la extraña sensación para ellos de llevar algo por encima se sume el agobio de no poder moverse y actuar como lo que son, como perros.
Ojo con el estrés
Cuando tengamos a nuestra mascotas lista no debemos dejar de prestarle atención, en especial si muestra alguna señal de estrés. En ese punto debemos actuar de inmediato liberándolo del disfraz y llevándolo a algún sitio tranquilo.
Para saber cuándo actuar hay que observar si se lame con cierto nerviosismo, si tiembla y abre los ojos demasiado o muestra el blanco de los ojos. También puede sacudir mucho la cabeza como intentando quitarse ese elemento que le resulta extraño.
En caso de participar en alguna fiesta, hay que tener mucho cuidado con la sobreestimulación que puede sufrir y que se suma a la incomodidad del perro. Esto puede llevar a lo que se conoce como trigger stacking, que no es otra cosa que la acumulación de circunstancias estresantes y que pueden desencadenar comportamientos agresivos.