Siguen los pastores diestros caminito de Colón. En general, con el entusiasmómetro en la reserva, pero tratando de sacar dientes, que es lo que intuyen que joroba al progrerío. Aquí tienen, por ejemplo, a Luis Ventoso animándonos desde su columna de ABC: "Pero sufrimos el oprobio de un PSOE que plegado a los intereses particulares de su jefe está vendiendo a su país. Una izquierda que se ha aliado con los más tenaces enemigos de España y que hasta pretende fijar con ellos el futuro de todos los españoles en una aberrante ‘mesa bilateral’. Por eso la necesaria manifestación del domingo".

En La Razón, José María Marco se esfuerza por parecer convincente en su arenga: "Justamente, ese es el sentido de la manifestación del domingo en Colón: afirmar que a pesar de todo, la idea de España sigue vigente en el espíritu de los españoles, también en los de Cataluña y de otros territorios ya casi del todo nacionalizados. Visto lo que está en juego, las ausencias y la falta de entendimiento político de quienes participen en ella resultan lamentables. Casi, por recurrir al lenguaje sentimental, desgarradoras".

Todavía se le puede poner un punto más de épica de chicha y nabo. Según Julio Valdeón, los ausentes serán culpables de la pérdida del patrimonio de sus hijos y de no sé cuántas cosas más. La chapa que les copio y pego es larga, pero no tiene desperdicio: "Llegará el día en que tus hijos, por muchas claudicaciones que hicieras, serán más pobres y estarán más desvalidos. Te preguntarán qué hiciste entonces, cuando un millón de xenófobos, a cambio de compartir pasaporte contigo otros cinco minutos, lograron que aceptases el robo de su patrimonio, de una riqueza que les pertenecía por derecho, a ellos y a sus herederos. Niños del mundo que cuando España caiga no tendrán dónde buscarla porque la abandonó su padre. La traicionaste, sí, zángano de colmena, inútil, cacaseno, temeroso del qué dirán los vecinos y de la foto en Colón mientras la madre España, allí donde vivieron juntos los distintos, se muere a chorros con el vientre a cuestas".

Lo más divertido de todo esto es que tiene como origen una sugestión colectiva. Nunca hubo foto de Colón. Nos lo imaginamos todos por culpa de los embaucadores rojoseparatistas. Les juro que esa es la tesis de Cristina Losada en Libertad Digital: "La fabulada foto de Colón es un remake del viejo film de terror montado sobre la foto de las Azores, pero sin guerra de Irak después, ni nada que se le parezca. Hay que inventarse impactos que no existieron, retrocesos electorales que no hubo y plagas bíblicas, si es preciso. ¿Para qué? Esa es la cuestión. En esta película, todo el mal de la inventada foto de Colón proviene de la presencia de Vox, y su líder Abascal, en ella. Según el guión, Vox es el partido apestado que apesta a los que se juntan con él, y hay que hacerle un cordón sanitario".

Pues para no haber existido esa foto, la posibilidad de su inconveniente repetición le está dando muchos quebraderos al líder del PP, que según nos cuenta El Español, está instruyendo a los suyos para que parezca un accidente: "Pablo Casado ha ordenado a los suyos no ir en bloque ni bajo una misma pancarta o cabecera. El líder de los populares pretende que la única foto de Colón sea, esta vez, la de la calle, presumiblemente inundada de nuevo de banderas nacionales".

La rendición de Junqueras y el final del conflicto catalán

Colón aparte, se estarán preguntando ustedes cómo va la conversión de Francisco Marhuenda al dialoguismo tras su caída del caballo provocada por la carta de Junqueras. La novedad no está en él mismo, que hoy escribe sobre el neocolonialismo respecto a Marruecos, sino en alguno de sus columnistas, que han abrazado la misma fe. Julián Cabrera es el último, todavía con sus dudas, eso sí: "Pocos entre los partidarios, pero muy especialmente entre los declarados detractores de los indultos podían imaginar un movimiento -que está por confirmarse si acabará siendo de verdad giro de timón- en el que el líder de ERC, por primera vez, hacía una autocrítica al soberanismo admitiendo la necesidad de cambios en lo que llaman «procés» y llamando al dialogo político con el gobierno de la nación en la línea de desjudicializar el conflicto".

Si me apuran, casi es más sorprendente la petenera por la que sale Arcadi Espada al glosar la carta del líder de ERC. Según escribe en El Mundo, es una declaración de rendición incondicional: "La carta es la aceptación del nuevo fracaso histórico del catalanismo político, la renuncia a emprender cualquier desafío al Estado y el reconocimiento de que el Proceso fracturó a la comunidad catalana y que la mayoría ahora gobernante debe emprender el camino de lo que el propio Junqueras llama «la reconciliación social». La carta es también la aceptación de las medidas de gracia que tenga a bien decretar el Estado, con el Rey a la cabeza, y la tácita renuncia a la amnistía. Sí, la carta es hija también de la cárcel, y su franca pedagogía". Curiosa visión.