Viajar es una actividad muy enriquecedora que nos permite conocer otras culturas y abrir nuestra mente, forjándonos una idea más global del mundo. A corto plazo, los viajes nos producen alegría y nos reducen el estrés y, a la larga, conocer gente nueva, disfrutar de otros climas, paisajes, gastronomía y costumbres va a marcar nuestra personalidad. Los carnavales de Río de Janeiro o los de Venecia, los festejos por el Nuevo Año Chino, el Festival Holi de India, el Día de los Muertos de México o el Desfile de Acción de Gracias de Nueva York son algunos de los eventos a los que uno debería asistir al menos una vez en la vida. 

Otro de ellos es el Oktoberfest, el festival de la cerveza que se celebra anualmente en Múnich, ciudad del estado alemán de Baviera. Se trata de la fiesta más grande del país y de la localidad, que por unos días se convierte en la capital mundial de la cerveza. Dura entre 16 y 18 días, comienza siempre el primer sábado después del 15 de septiembre y termina el primer domingo de octubre. Si deseas acudir ese año, apunta las fechas en tu calendario: en esta ocasión arrancará el 16 de septiembre y terminará el 3 de octubre. El Oktoberfest tiene un peculiar origen y hay que remontarse al año 1810. El 12 de octubre de ese año el Príncipe Luis I de Baviera contrajo matrimonio con Teresa de Sajonia y Hildburghausen. El príncipe decidió invitar a la celebración a todos los habitantes de Múnich y de los alrededores convirtiendo el enlace en uno de los mayores eventos de la historia de Baviera. Los festejos se prolongaron durante cinco días

El Oktoberfest de 2023 arrancará el próximo 16 de septiembre y concluirá el 3 de octubre.

La celebración se llevó a cabo en un campo conocido como Theresienwiese (Prado de Teresa) y allí sigue celebrándose el Oktoberfest dos siglos después. En uno de los laterales de este terreno se encuentra la colosal estatua de la Bavaria (figura alegórica de Baviera) de 18 metros de altura, en las inmediaciones del centro de Múnich y cerca de la estación central (Hauptbahnhof). 

Miembros de una banda de música con el típico Lederhosen.

Miembros de una banda de música con el típico Lederhosen. Pixabay

La fiesta tuvo como plato fuerte y colofón una carrera de caballos y su éxito fue tal que pasó a convertirse en una celebración anual. Al año siguiente, en la misma fecha, se organizó una fiesta agrícola y con el paso de los años se fueron añadiendo más y más actividades, atracciones, ferias y espectáculos que se convirtieron en el germen del Oktoberfest. 

La boda del Príncipe Luis I de Baviera y Teresa de Sajonia el 12 de octubre de 1810, el origen de la fiesta.

La cerveza tardó ocho años en establecerse como la bebida típica de la fiesta y las salchichas, otro de los imprescindibles de esta celebración, no llegarían hasta finales del siglo XIX. Hoy la amplia oferta de barriles de cerveza y de bocados de charcutería son dos de los elementos más significativos de un evento que pese a su nombre (fiesta o festival de octubre) hace ya tiempo que se adelantó a septiembre para aprovechar los días más largos y una mejor climatología.

La fiesta arranca con la entrada en la ciudad de los Wiesnwirte, los propietarios de las cervecerías de Múnich, en un desfile con el alcalde a la cabeza, bandas de música y carros, tirados por caballos, repletos de barriles de cerveza. La comitiva se dirige hasta Theresienwiese donde a las 12 del mediodía, en la carpa Schottenhammel, el alcalde al grito de “O’zapfs is!” (¡Está golpeado!) rompe a golpe de martillo el primer barril de cerveza y se toma la primera jarra de un litro, dando inicio al Oktoberfest. Doce cañonazos son la señal de que todos los distribuidores pueden comenzar a vender la cerveza.

Una de las carpas del Oktoberfest llenas de gente.

Una de las carpas del Oktoberfest llenas de gente. Pixabay

A partir de ahí litros y litros de cerveza, kilos de comida y música, desde la polka hasta los temas más comerciales, harán las delicias de los alrededor de 7 millones de visitantes que se acercan cada año para disfrutar de la fiesta. Las ferias y atracciones, entre las que destaca una gigantesca noria que en los días claros permite ver los Alpes, son otro atractivo de este festival.

Pese a ser una celebración conocida mundialmente sigue siendo una fiesta bastante popular, ya que solo un 19% de los visitantes proceden de fuera de Alemania.

Litros de cerveza, salchichas, música variada y trajes típicos no pueden faltar en este popular festival.

No vale cualquier cerveza

Las primeras fábricas de cerveza de Múnich (Brauereien) se remontan a siglos atrás y se sitúan en monasterios en los que los monjes elaboraban esta bebida. Durante el Oktoberfest se consumen cada año casi 7 millones de litros de cerveza, el equivalente a tres piscinas olímpicas, y esta debe cumplir unos requisitos. Además de ser elaborada íntegramente en Múnich y de contener como mínimo un 6% de alcohol, tal y como estableció Guillermo IV de Baviera en la Ley de pureza de la cerveza que decretó en 1516, la cerveza que se vende en el Oktoberfest solo puede llevar cuatro ingredientes: agua, malta, cebada y lúpulo. 

Si visitas este festival, no puedes dejar de probar sus cervezas más típicas, se trata de las cervezas especiales que Augustiner, Paulaner, Spaten, Löwenbräu, Hacker-Pschorr y Hofbräu elaboran para el festival. Ofrecen distintas variedades como la Helles (cerveza clara), la Dunkel (cerveza oscura), Radler (cerveza con limón), cerveza sin alcohol o Hefeweizen (cerveza de trigo). 

Qué se puede degustar en las carpas

Los asistentes al Oktoberfest deben tomar alimentos contundentes antes de entregarse a la cerveza y precisamente eso es lo que se ofrece en las carpas: pollos asados, salchichas, codillo de cerdo o Schnitzel, un escalope de ternera empanado y frito en mantequilla. 


Cualquiera que quiera integrarse en la fiesta como un bávaro más debería empezar el día con una Weisswurst, una salchicha blanca elaborada con carne de ternera y panceta. El almuerzo puede consistir en medio pollo asado, codillo de cerdo asado y bañado en salsa de tipo gravy, o más salchichas como las Bratwurst, las típicas salchichas alemanas asadas.


A lo largo del día, el picoteo girará en torno a tentempiés como pretzels o Brezen, unos grandes panes en forma de nudo ligeramente crocantes por fuera y suaves por dentro con un poco de sal por encima. Las almendras tostadas o el tradicional Kaiserschmarrn, unas crepes gruesas cortadas a tiras, son otros ricos aperitivos.


Una pareja con los trajes típicos de Baviera.

Una pareja con los trajes típicos de Baviera. Freepik

El dirndl y el lederhosen, los trajes típicos

El primer domingo del Oktoberfest, el plato fuerte es el desfile de trajes típicos. Numerosos hombres y mujeres inundan las calles ataviados como manda la tradición. El Dirndl es el traje femenino y consta de blusa y corsé, falda amplia, medias blancas y delantal. En primavera y verano esta ropa suele ser de colores claros y manga corta, mientras que en otoño y en invierno tienen manga larga y sus tonalidades son más oscuras.


En cuanto a la vestimenta masculina, consiste en un pantalón de cuero de cabra o de ternera (Lederhosen) que pueden tener tres largos distintos: kurze Lederhose (corto por encima de la rodilla), Kniebundlederhose (corto por debajo de la rodilla) y lange Lederhose (hasta el tobillo). La equipación se completa con una camisa de un solo color o de cuadros, los zapatos tradicionales, Haferlschuhe, y el sombrero Tractenhut de fieltro.

¿Sabías que...?

  • El Oktoberfest ha sido cancelado en 24 ocasiones entre ellas los periodos de las dos guerras mundiales (1914-1918 y 1939-1945) y las más recientes han sido con motivo de la pandemia de la covid-19.
  • En 1950 fue la primera vez que el alcalde de Múnich, en aquella ocasión Thomas Wimmer, abrió oficialmente la fiesta al grito de “O’zapfs is!” (¡Está golpeado!).
  • A lo largo y ancho de las 42 de hectáreas de Theresienwiese se instalan 39 carpas (17 grandes y 21 pequeñas) en las que caben alrededor de 119.000 personas. La carpa más famosa es Schottenhamel, al ser en ella en la que el alcalde abre la fiesta, y la más grande es Hofbräu-Festhalle, la cual cuenta con una capacidad para casi 11.000 personas.
  • El festival da cada año empleo a alrededor de 13.000 personas.
  • Albert Einstein trabajó una vez como electricista en el Oktoberfest y ayudó a establecer una de las tiendas de venta de cerveza en 1896.
  • Las camareras ataviadas con el tradicional Dirndl y los camareros con el Lederhosen sirven las jarras de cerveza llamadas Masskruege y solo verlos ya es un auténtico espectáculo. Son capaces de llevar un montón de jarras a la vez y el récord está en 26 Masskruege llenas. 
  • La jarra en la que se sirve la cerveza pesa un kilo vacía y tiene capacidad para un litro. Su precio, llena, suele rondar los 10 euros.
  • Los camareros no dan cambio. Trabajan a un rimo muy frenético y lo que sobra del precio de la bebida se considera propina. 
  • Si te animas a ponerte un Dirndl ten cuidad cómo te lo abrochas ya que hay un código histórico sobre la colocación del lazo: delante y a la derecha, significa que la mujer que lo lleva está casada o en pareja; delante y a la izquierda, significa que está soltera, y delante y en el centro es señal de virginidad.
  • Antiguamente, cuantos más mechones de pelo de cabra tuviera el Tirolerhüte, el típico sombrero bávaro, más rico se consideraba a quien lo llevaba. Ese mechón es ahora sintético con lo cual cada uno tiene el privilegio de lucir tan rico o pobre como quiera.