El bingo es uno de los juegos más antiguos que tenemos en la sociedad y constituye una de las primeras formas de juego popular. No se sabe exactamente el lugar en el que se creó, pero, tal y como aseguran las investigaciones, se cree que surgió en Italia en el año 1520. En un principio, no era más que una sencilla forma de jugar a la lotería, aunque con el paso del tiempo ha ido evolucionando hasta lo que hoy en día entendemos como bingo.

Empezó a expandirse por muchos lugares y, lo que en un principio parecía un simple juego de azar, comenzó a encandilar a propios y extraños. Así, se podía ver a personas de todas las edades jugar en las iglesias, ferias de las aldeas, fiestas de los pueblos, en las escuelas como un método educativo gracias a la utilización de los números, entre otros lugares. Como decimos empezaron a haber cada vez más seguidores a este juego para el que no se necesitaba más que bolas con números, cartones, piedrecitas para tapar los números que tienes y van saliendo y un bombo donde rueden las pelotas del bingo o mano inocente para sacar las bolas. La fama que comenzó a adquirir hizo que se empezaran a celebrar grandes partidas y para ello se comenzaron a utilizar espacios amplios como salas de cine donde cupiera mucha gente sin problema.

En las últimas décadas ha crecido el número de espacios exclusivos para el bingo. Aun así, hoy en día, tal y como sucede con otros juegos, se disputan muchas partidas ‘online’. Como dato curioso, su modalidad por Internet nació en 1996 y se asentó dos años después.

El bingo es un tipo de juego que consigue aliviar el estrés y al mismo tiempo consigue aliviar el cerebro de la persona que juega. En este sentido, el participante consigue un nivel de esparcimiento muy grande y con esto se ayuda a socializar, así como a distraer la cabeza. Todo esto se consigue gracias a que a la hora de jugar el jugador tan sólo tendrá que pensar en los números de su cartón y en los que dice la persona que los canta cada vez que los extrae del bombo en el que se encuentran.

Además, el bingo aumenta las habilidades cognitivas de los participantes. Investigadores de Universidad de Southampton descubrieron que jugar con cierta frecuencia mantiene al cerebro en plena forma, por lo que quienes disfruten habitualmente de este entretenimiento tan popular conseguirán una gran agilidad mental.

aprendiendo matemáticas

Aunque de entrada puede haber muchas personas contrarias a utilizar este tipo de pasatiempo en los más jóvenes, está más que demostrado que es un buen método para ayudar a enseñar, por ejemplo, la asignatura de matemáticas en la Educación Primaria. En este sentido, una de las claves es que en este pasatiempo se mezcla la diversión que tiene el propio juego con los números que hay en cada bola, así como en cada cartón para jugar. Así, el bingo se convierte en una herramienta de enseñanza más que se ha ido utilizando de forma esporádica en las clases de otras materias, incluyendo las de idiomas.