Las artes marciales vienen de muy lejos. Su origen es remoto: se calcula que ya se practicaban 2.000 años antes del nacimiento de Cristo. Los monjes budistas fueron los inventores de esta disciplina que nació con un propósito muy definido. Crearon un sistema de defensa personal para contrarrestar a los bandoleros y animales salvajes durante sus viajes. Entre todos ellos ha trascendido el nombre del monje Bodhidarma o Daruma Taishi.

En el año 520 viajó a la provincia china de Honan y fue allí, en el templo de Shaolin, donde tomó forma un sistema de lucha denominado Kwon Bop y del que se beneficiaron más adelante otros monjes budistas. Bodhidarma fue el padre de las artes marciales en Oriente. A partir de sus enseñanzas, en el siglo XIX se empezaron a sistematizar el concepto de defensa y protección personal o la famosa doctrina de que es posible vencer a la fuerza mediante la suavidad…

Pero, ¿estamos ante un simple estilo de combate? ¿Es esta una forma más o menos espiritual de realizarse personalmente? Las dos acepciones son perfectamente válidas en una de las cunas actuales de las artes marciales, ubicada en la aldea de Du Xa Thuong, Hanoi. La academia de artes marciales tradicionales Thien Mon Dao se expande a lo largo del país y cuenta con un total de 16 escuelas, 20 clubes y más de 10.000 seguidores. Allí se ofrecen varios programas de entrenamiento para personas de todas las edades, incluidos niños.

En este podio no puede faltar el Nippon Budokan, donde el yudo y el karate son casi asuntos de Estado. No hay nada más sagrado en el Wembley de las artes marciales. Ahí fue donde el yudo se estrenó (solo en categoría masculina) como disciplina olímpica en 1964. Los Beatles dieron un concierto en este lugar. También fue en Budokan donde se disputó el primer Mundial de karate y que, cerrándose el círculo, debutó en los pasados juegos de Tokio

Las artes marciales se han expandido y generalizado los últimos años. Han llegado a todos los rincones del mundo. Cerca del 3% de la población vasca practica alguna modalidad, una cifra que parece modesta pero que no para de crecer; hace solo unos años estaba por debajo del 2%. Las disciplinas se han multiplicado y nos hemos familiarizado con ellas: karate, aikido, kung-fu, taichi, judo, taekwondo…

Hay discípulos que sueñan con participar en los Juegos Olímpicos o los que se conforman con un viaje interior y personal que promueve la salud física y mental. La disciplina, como se ha sostenido desde sus orígenes, y la protección personal son otros objetivos preciados. La evolución es muy clara en relación a los tiempos de los monjes budistas de hace 4.00 años. Su espíritu ha mutado. Hoy en día es habitual que se fusionen las artes marciales mixtas (AMM) y el kickboxing.

más allá de las extraescolares

Los padres incluyen las artes marciales junto al resto de actividades extraescolares más habituales: música, natación, fútbol, pintura, inglés… Cada vez tienen más presencia. El psicólogo educativo Borja Quicios subraya que las artes marciales, así como los deportes en general, son “esenciales” para la educación de los niños. “Sus beneficios son variados e imprescindibles para el buen desarrollo físico y psicológico del pequeño. Por lo tanto, crear el hábito de practicar deporte en los niños desde pequeños supondrá el mejor tratamiento para evitar algunos problemas que llegan con la adolescencia.

Asimismo, ayudará a marcar la pauta de muchos de sus comportamientos en la edad adulta”. Otro psicólogo, el mexicano Luis Carvajal, va más allá cuando se le pregunta sobre los niños que tienen trastornos relacionados con el déficit de atención y la hiperactividad: “La columna vertebral que sostiene el karate tradicional, por ejemplo, se basa en dos aspectos fundamentales como son la disciplina y el respeto. Es muy recomendable”. Otro mensaje en clave positivo, esta vez de la Asociación Británica de Artes Marciales: “Al dominar un arte marcial las personas usan tanto el cuerpo como la mente, lo que no se puede decir de todos los tipos de ejercicio”. Además de potenciar estos valores, ayuda a estimular las capacidades mentales, forja el carácter, fomenta el pensamiento, fortalece la autoestima… Casi nada. La práctica de las artes marciales puede ayudar a los niños, tengan o no problemas de atención.