La vida te da sorpresas, sorpresas te da la vida, cantaba Rubén Blades. Y la verdad es que cuando la vida se pone en plan bromista... Que se lo digan a Antonio Ruiz y Nuria Mungia... Él es de Jaén y ella de Zumarraga. Se conocieron en la Universidad de Jaén y comenzaron a salir juntos. Decidieron formar una familia en Euskadi. Tuvieron dos niños y fueron a por la niña. El destino fue generoso con ellos. Muy generoso. Les obsequió tres niñas. Nacieron en junio. Este último año ha sido de locura para ellos, pero han encontrado un hueco para contar su historia a NOTICIAS DE GIPUZKOA.

Los dos hijos mayores, Ibai y Beñat, tienen siete y cinco años respectivamente. "Queríamos una niña y fuimos a por el tercer hijo, a ver si había suerte. Y vaya si hubo suerte... Nuria siempre había querido una chica. En el primer embarazo, nada. En el segundo, tampoco. Y en el tercero, las tres de un tirón", bromea Ruiz.

Pero, ¿cómo se recibe una noticia así? ¿Qué se te pasa por la cabeza cuando tienes dos niños y de repente te dicen que vas a tener tres más? "Aquel día el niño pequeño también tenía consulta, por lo que subí sola al hospital de Zumarraga. Me hicieron una ecografía y me pareció que la ginecóloga miraba con cara muy rara a la pantalla. Pensé que pasaba algo malo: por ejemplo, que no había latido. Giró la pantalla y me dijo: mira, hay dos bolsas. Bueno, mellizos, le respondí. Sí, pero no sé si no hay un tercero... me comentó. Me quedé en shock. Bloqueada. Esto no puede ser. Yo quería un tercero y son cinco. La vida patas arriba. Estas cosas solo pasan en la tele, pensé. Me pasaron a la consulta de una compañera suya experta en ecografías. Entonces confirmaron que en una bolsa había gemelas y en la otra estaba la melliza".

Le tocaba llamar a su marido y darle la buena nueva. "Según salí de la consulta, le llamé por teléfono. Están bien, le dije. Él no me entendía. Pero, ¿no me entiendes? Que están bien. Hay más de uno. Hay más de dos". Ruiz no se lo podía creer. "Dime todos los que hay de un tirón, por favor, le dije. Me temblaban las piernas y me tuve que sentar. No he tenido una sensación así en mi vida. Se me cambió la cara. Me acuerdo perfectamente que era el día 17 de diciembre. Cuando vine a casa Nuria ya había hablado con sus padres. Tuvimos que empezar a pensar en el cambio radical que iba a sufrir nuestra vida: el trabajo, la conciliación, la casa que se nos quedaba pequeña, el coche... Es un cambio radical en décimas de segundo. Un shock muy fuerte".

Han sido meses duros. "Lo peor es el miedo. El desconocimiento. El no saber lo que va a pasar: si todo saldrá bien, cómo vamos a funcionar... Los médicos fueron muy cautelosos, pues era un embarazo de riesgo. Por ello, intentamos mantener la noticia en secreto. Pero esto no es Madrid. Enseguida se enteró medio pueblo. Es normal".

Afortunadamente, el embarazo fue muy bien. "Al principio fue duro por las náuseas y los mareos, pero a partir del cuarto mes todo fue muy bien. Al final me cansaba mucho, pero el embarazo fue bueno. La ginecóloga me dio la enhorabuena".

Prepararse para la nueva vida fue más duro que el embarazo. "El primer semestre de 2019 fue demoledor: buscar una nueva casa, prepararla... Todo ello a contrarreloj, pues las niñas tenían fecha de nacimiento", comenta él. "Y cuanto más tiempo pasaba, peor estaba yo y menos podía ayudarle a él", añade ella.

Ruiz comenta que lo peor es preguntarse qué te deparará el futuro. "Eso es lo que te pone nervioso. No saber cómo vas a organizarte, cómo serán las tomas... Me costó varios meses darle la vuelta a la noticia. La primera vez que me enseñaron unos vestiditos, me entró un agobio...".

Vivían en el barrio Santa Lutzi de Ezkio y tuvieron que buscar un piso de cuatro habitaciones en Zumarraga para no tener que andar todo el día con el coche para atrás y para adelante y para tener cerca a los padres de ella. "Las casas de nueva construcción son pequeñas para nosotros y en el mercado de segunda mano hay pocos pisos de cuatro habitaciones. Fuimos a ver un piso en la calle Secundino Esnaola y la dueña nos dijo que era grande. Resultó pequeño. Necesitábamos un piso grande, con una habitación muy grande para las tres niñas y una cocina grande, y acabamos encontrándolo".

Tuvieron que remodelar el piso y la obra acabó justo a tiempo: el primer día de las niñas fuera del hospital fue el primer día en el nuevo piso. "No sabíamos ni dónde estaba el azúcar. Todo fue tan contra el reloj... Llegamos sobre la campana", cuenta él. "La ama se rompió la pierna un mes antes de nacer las niñas y, como en su casa estaba más cómoda, hasta darles el alta a las niñas no vinimos aquí", recuerda ella. "Aún así, hasta con la pierna escayolada, nos echó un cable inmenso", añade él.

Mucha ayuda Se muestran muy agradecidos. "Los amigos y los tíos de Nuria nos ayudaron con la mudanza a horas intempestivas, pues teníamos que hacerlo después de salir del trabajo. Hicimos unos quince viajes con nuestro coche y otro par con una furgoneta que nos dejaron". Los amigos, además de ayudarles en la mudanza, les han regalado cunas y juguetes. "Es impresionante cómo se ha volcado la gente. Es lo que más me nos ha emocionado".

Han cambiado de casa, pero no de coche. Han acertado, pues de momento apenas están utilizando el automóvil. Solo han hecho un viaje, al pueblo de los padres de ella, y tuvieron que ir en tres automóviles: ella con su madre y las niñas, él con los dos niños y el padre de ella con todos los trastos. "Viviendo en Zumarraga, no necesitas el coche para nada y no tenemos pensado hacer más viajes. Es algo que haremos, me hace ilusión que las niñas conozcan mi tierra, pero no nos urge", indica Ruiz.

Las niñas nacieron el 18 de junio. Las gemelas se llaman Irati y Udane y la melliza Arene. Sus hermanos están encantados con ellas. "La estancia en neonatos se les hizo larga, pues estaban deseando verlas. El encuentro fue muy bonito. Las cuidan y las entretienen mucho y ayudan con los biberones. Les ha tocado vivir esto y están teniendo que coger más responsabilidades que otros niños de su edad. Saben que hay momentos en los que no pueden sacar ruido, ponen la mesa, vacían la mochila cuando vuelven de la piscina, recogen los juguetes... Lo que más ilusión les ha hecho es poder ir solos al cole, pues hasta ahora teníamos que llevarles en coche desde Ezkio".

La nueva vida es más llevadera de lo que pensaban. "Si te organizas un poco, no es para tanto. Además, tenemos mucha ayuda. Lo estresante han sido los meses previos. Ha sido muy duro psicológicamente: asimilarlo, que el embarazo vaya bien, que nazcan sin problemas... Lo peor es el miedo. Hemos aprendido que no hay que preocuparse antes de tiempo".

El día a día Él está trabajando y ella empezará en enero. Estos meses se les han ido los días atendiendo a los niños. "Dos de las niñas toman pecho. Entre el pecho, el sacaleches, los biberones, los pañales, conseguir que duerman y sacarlas a pasear, se me va el día". Tiene la ayuda de sus padres, que viven con ellos. "Por las mañanas llevo los niños al colegio, pues tengo el despacho al lado. Mi suegro saca a pasear a las niñas y recoge a los niños del colegio, por las tardes van ellos solos a clase, luego les llevo a la piscina a Ordizia... La cuestión es organizarse. Según los que estamos disponibles, nos organizamos. No perdemos ni un minuto", cuenta él. Además, si alguien falla, tienen la ayuda de sus amigos y de la hermana de Nuria. "Tenemos tanta gente dispuesta a ayudar, que una vez le dije a mi suegro que iba a poner un semáforo en el pasillo. En esta casa hay vida".

También cuentan con el apoyo del Ayuntamiento de Zumarraga y de la Diputación Foral de Gipuzkoa. "Hablé con el alcalde y se portó de manera espectacular. Gracias a las gestiones que hicieron desde los Servicios Sociales de Zumarraga, accedimos también a las ayudas de la Diputación. El Ayuntamiento nos ha puesto a una persona que nos ayuda todos los días, de lunes a viernes, durante tres horas".

Las niñas también ponen de su parte. "Hemos tenido mucha suerte, pues comen bien y son muy dormilonas. Nos lo han puesto muy fácil, pues en una situación así es muy fácil perder los papeles. Al principio teníamos que darles una toma cada tres horas. Cada toma duraba una hora y eso, con tres niñas, era agotador. Udane, la más dormilona, se quedaba para el final. Pero nos hemos hecho a la nueva vida mucho mejor de lo que pensábamos. En ese sentido, creo que haber tenido dos niños antes nos ha ayudado".

Se han hecho miembros de la asociación de familias numerosas Hirukide, por supuesto. "En la asociación también nos han ayudado mucho". De esta experiencia, se quedan con la solidaridad y el apoyo de la gente. Quieren dar las gracias a todo el mundo: familiares, amigos, personal sanitario, instituciones... "Ha sido impresionante". Una solidaridad extraordinaria para hacer frente a un reto extraordinario.