Los de Bilbao son muy echaus palante, pero los de Zumarraga y Urretxu tampoco se quedan cortos cuando se lo proponen. A ver cómo se explica sino que a una zona de los dos pueblos le llamen el barrio del dólar. Se conoce con ese nombre al barrio de las estaciones. El nombre está bien puesto, pues Zumarraga contó con tres estaciones que trajeron mucha riqueza a esa zona de los dos pueblos. En muy pocos lugares pueden presumir de haber tenido tres líneas de ferrocarril: la del Norte, la de los Vascongados y la del Urola.

Antes de la llegada del tren, Zumarraga era un pueblo de una única calle: iba de Eitzaga hasta Zufiaurre (actual Kalebarren). A mediados del siglo XIX llegó el ferrocarril del Norte y la estación se construyó en las afueras del municipio. La plazoleta estaba mirando hacia el casco urbano, pues daban por hecho que el pueblo se expandiría hasta la estación. Y así fue. Al poco se construyó el ensanche, para unir el casco con la estación. Este ensanche lo forman las calles Soraluze, Legazpi, y Secundino Esnaola y la plaza Euskadi.

Como el pueblo se desarrolló a este lado de la vía, en el otro lado se instalaron las empresas. La primera fue la de Justo Artiz. Fabricaba tambores, peines, muebles realizados con junco... Fue la primera empresa de carácter industrial de Zumarraga. Posteriormente, se abrieron otros talleres. Estas empresas estaban cerca de las estaciones, por supuesto.

Orbegozo Pero la gran empresa se instaló en los años 30. El empresario Esteban Orbegozo envió una carta al ayuntamiento, proponiendo un trato: si le dejaban a buen precio un terreno cercano a las estaciones, trasladaría su empresa de Zarautz a Zumarraga. “Nuestro pueblo era un lugar excelente para las empresas, pues los ferrocarriles facilitaban la importación y exportación de materiales y productos. El Ayuntamiento trató el tema con los comerciantes y aceptaron el trato. Orbegozo pagó 20.000 pesetas por el terreno”, comenta Antonio Prada, archivero de Zumarraga.

Con la ayuda de los ferrocarriles, la empresa multiplicó su tamaño. Orbegozo quería seguir cerca de las estaciones y la expansión de su empresa estuvo a punto de llevarse por delante el palacio donde nació Miguel López de Legazpi, el colonizado de las Islas Filipinas. Afortunadamente, se actuó a tiempo, declarando el palacio monumento histórico nacional. Urretxu también se extendió hacia las estaciones y en este pueblo también surgieron empresas cerca del ferrocarril: Sarralde, Irimo, Madaya...

Pero las estaciones no solo facilitaron la industrialización. También provocaron que se abrieran almacenes de frutas, pues se podía recibir la fruta en la puerta de casa.

Alrededor de las estaciones no solo creció un barrio, sino que durante muchos años este barrio fue el más próspero de los dos pueblos. Había un gran movimiento de pasajeros y transbordos, por lo que algunos se veían obligados a pernoctar en Urretxu y Zumarraga. Así, se abrieron pensiones y dos hoteles: el Urola y el Paraíso. En estos hoteles se alojaban también los trabajadores que venían a las empresas de los dos pueblos, antes de conseguir una vivienda.

Además, las cajas de ahorros y los bancos se instalaron allí y en este barrio estuvieron ubicados también dos negocios muy populares: el bar Isabel y la discoteca Golden. Hasta la orden de los Padres Pasionistas eligió este barrio para abrir un convento.

Justo debajo estaba situado el caserío Pagoeta, de la familia Arrieta. Los hermanos Maite, Mari Carmen y Luis Mari Arrieta recuerdan bien la época en la que en el barrio algunos ataban los perros con longanizas. “Había tres entidades de ahorro: el Banco de Vizcaya, el Banco Guipuzcoano y la Caja de Ahorros Provincial”. Y no muy lejos tenía su oficina el Banco Central.

El empresario legazpiarra Patricio Echeverría también tuvo una oficina en el barrio del dólar: “Construyó una vía que conectaba su fábrica con las estaciones de Zumarraga”.

el rey alfonso XIII En cuanto a los pasajeros, recuerdan que muchos clientes del balneario de Zestoa pasaban por Urretxu y Zumarraga: llegaban en el Ferrocarril del Norte y cogían el del Urola para desplazarse a Zestoa. El anarquista italiano Michele Angiolillo también llegó a Zumarraga en un tren del Ferrocarril del Norte, con la intención de desplazarse a un balneario. Concretamente, al de Santa Agueda. Allí, el 8 de agosto de 1897, asesinó al presidente del consejo de ministros, Antonio Cánovas del Castillo.

El rey Alfonso XIII también estuvo en Zumarraga, con motivo de la inauguración del ferrocarril del Urola. Desde entonces han pasado casi 100 años. Se han cerrado dos estaciones, el bar Isabel, la discoteca Golden y todas las empresas mencionadas. Pero los vecinos siempre podrán decir “vivo en el barrio del dólar”. Ahí queda eso.