l muelle de Donostia, que nace con la intención de ofrecer a la clientela local un lugar en el que "comer unos bocatas y unas raciones" y beber txakoli guipuzcoano, sidra y otros productos.

El local, en el antiguo edificio de ladrillo del número 3Y del muelle donostiarra, frente a la dársena pesquera, se llamará Ttipia y da estos días últimos remates a la obra que se ha ejecutado de la mano de los dueños de la txakolindegia Inazio Urruzola, de Alkiza. El vallado que cubre el frente del edificio será retirado hoy, según prevén los impulsores del espacio hostelero que se abrirá en uno de los edificios más antiguos del muelle.

El responsable de los viñedos guipuzcoanos relata con ilusión que el proyecto que cuenta los días para abrir sus puertas traerá a este rincón de Donostia "una oferta gastronómica sencilla y tradicional" que permitirá a la clientela local "coger un bocata y una botella de txakoli y disfrutar del muelle". "Ya no quedan muchos lugares en los que se pueda uno comprar unos bocatas y una botella", explica.

El nuevo local hostelero no tendrá mesas en el interior sino solo en el exterior y los clientes podrán estar en la terraza o llevarse lo adquirido para degustarlo en otro lugar al aire libre. "Queremos que sea un lugar al que el cliente local pueda ir con la familia a tomar algo y disfrutar del muelle", recalca.

La apertura de un espacio hostelero en el edificio es posible gracias a que el local de la planta a ras de calle tiene permiso de bar desde hace tiempo, ya que acogió el Soterotxo, cerrado hace décadas. El local hostelero se ubicará en la planta baja y primera, mientras que el segundo piso se dedicará a una vivienda, que quedará en manos de los dueños del negocio. No será piso turístico, como algunos aventuraban.

En los últimos años, el Ayuntamiento ha recibido distintas propuestas para el pequeño edificio, algunas de apartamentos para visitantes, pero han sido rechazadas ya que las particulares condiciones del inmueble no hacen posible esta opción.

Ni en el Ayuntamiento ni Donostia en la Diputación de Gipuzkoa saben a ciencia cierta de cuándo data esta antigua construcción de planta cuadrada, con 25 metros cuadrados de superficie, que sale en las fotografías más antiguas del puerto de la capital guipuzcoana.

Urruzolo explica que, según algunos, la sencilla construcción de ladrillo podría ser la Casa del Armador del muelle, una posibilidad que no ha podido ser confirmada.

de la cueva al beti jai

Otro edificio antiguo, el que acogió el bar La Cueva, en el número 42 de la calle 31 de Agosto, también se encuentra actualmente en obras para recibir un nuevo restaurante. En este caso, la licencia ha sido otorgada a la sociedad Beti Jai Berri, el grupo hostelero que tiene también el Beti Jai de la calle Fermín Calbetón, el Hemeretzi de la 31 de Agosto y Nagusi Lau de la calle Mayor.

Cuando en 2019 expiró el contrato de alquiler más de seis décadas con la familia Salvador-Amago, los antiguos dueños, los hermanos Martínez-Bordiú (primos de los nietos de Franco) vendieron el edificio al grupo hostelero donostiarra.

La obra ha incluido la excavación de un sótano, que permitirá disponer de más espacio para el bar-restaurante en la planta de calle. Los tres pisos y la buhardilla del estrecho inmueble se destinarán a vivienda, como siempre ha sido.

Este edificio es el único residencial que quedó en pie tras el incendio de 1813. Con una planta muy estrecha, quienes lo conocen por dentro explican que las viviendas, una planta, tienen aspecto de tren, con un pasillo largo con ventanas a la calle, las habitaciones, como alcobas, el salón mirando a la 31 de Agosto y la cocina, a la plaza de la Trinidad.