e han vuelto tema de conversación preferente para los y las donostiarras. Cada vez hay más, son unas descaradas... Las gaviotas siempre han sido parte de la postal donostiarra, pero en la actualidad casi comparten mesa y mantel con nativos y visitantes.

Las personas que fichan a diario en las playas han sido en alguna ocasión testigo de robos de bocadillos e intento de hurto de diversos alimentos perpetrados por las gaviotas. Teorías las hay para todos los gustos, aunque el cierre del vertedero de San Marcos, a donde acudían a alimentarse, parece que puede explicar en parte la presencia de estas aves en lugares en los que con anterioridad era menos frecuente encontrarlas.

Hay que escuchar la voz de los expertos para conocer la realidad de la Larus michahellis, gaviota patiamarilla, la donostiarra.

El director del área de Salud Pública del Consistorio donostiarra, Sergio Fernández, recuerda que la presencia de las gaviotas en las playas de la ciudad "no es un tema de actualidad", dado que ya en 2012 distintos grupos municipales interpelaron al Gobierno municipal (EH Bildu) sobre este hecho y la proliferación y posible control de esta especie.

Finalmente, el Consistorio financió distintos proyectos científicos sobre la reproducción y seguimiento de la gaviota patiamarilla, que corrió a cargo de la Sociedad de Ciencias Aranzadi y se ejecutó durante los años 2012 y 2013.

El estudio efectuado por el doctor Juan Arizaga se dio a conocer en 2013 y se centró en la especie antes citada cuya población, según evaluó, había registrado un descenso de un 15% entre 2000 y 2013.

Años después, en 2019, se generó cierta alarma social en la ciudadanía por la presencia de las gaviotas, hecho que impulsó al Ayuntamiento a volver a consultar con Arizaga, que no constató un cambio de tendencia en lo que se refriere a la población de gaviotas patiamarillas, que seguía en descenso. La población de esta especie en la costa de Euskadi se reparte un cuarto en la de Gipuzkoa y tres cuartas partes en la de Bizkaia.

Consultado por NOTICIAS DE GIPUZKOA, Juan Arizaga asegura que en la actualidad, según ha constatado Aranzadi, la población permanece estable. "No ha cambiado su número durante los últimos años. Lo que sí vemos es una tendencia a la baja en la supervivencia de los ejemplares jóvenes, que atribuimos al cierre de vertederos, lo que supondría que a medio-largo plazo la población acabará, probablemente, entrando en declive", abundó.

Arizaga en su estudio no recomendaba incidir en aquellas zonas naturales donde nidifican las gaviotas, por entender que esta intervención podía generar efectos adversos y provocar estrés a las aves. Si así fuera, las gaviotas podrían buscar refugio en zonas urbanas cuando, en el caso de Donostia, no existe el problema de que las gaviotas nidifiquen en trama urbana, algo que sí está ocurriendo en otras ciudades.

De ahí que en todo momento se haya considerado desaconsejable, más aun, contraproducente, proceder con prácticas como el descaste o el pinchado de huevos, dado que de este modo se podía provocar que las gaviotas anidaran en la propia ciudad, generando más problemas.

Fernández recordó que, además, cualquier actuación que deba de ejecutarse en esta línea o con el fin de controlar la población de gaviotas deben contar con el permiso de la Diputación Foral de Gipuzkoa, ya que es la administración competente para ejercer o avalar intervenciones sobre fauna silvestre.

Así las cosas, no es infrecuente tener constancia de quejas ciudadanas por comportamientos que entienden como agresivos por parte de las gaviotas, sobre todo a la hora de hacerse con comida.

De ahí que el Ayuntamiento llegara a valorar la implantación de algún método "no cruento" para ahuyentarlas, siempre con el visto bueno de la Diputación de Gipuzkoa.

Entre los métodos que se barajaron se hallaban el uso de sonidos o drones, aunque ambas opciones terminaron por descartarse. Y es que, abundó el director de Salud Pública, en el caso de hacer uso de sonidos para asustar a las gaviotas "se generarían molestias a los vecinos", mientras que la utilización de drones presenta problemas de seguridad y "no hay evidencias de éxito en ningún espacio natural tan amplio".

Tampoco hay evidencia de éxito en una zona tan grande sobre la utilización de la cetrería como elemento de disuasión, posibilidad que se sopesó y sobre la que se buscó información. "Se correría el riesgo de que alguna gaviota resultara muerta", destaca Fernández.

Compleja ecuación la que se presenta para lograr respetar la población de las gaviotas que nidifican, principalmente, en Ulia -en el entorno del Faro y la zona Occidental- y en la isla Santa Clara.

Entendiendo que la población permanece estable, las cifras actuales no deberían variar mucho de las del estudio realizado hace algo más de una década en la que se contabilizaron las siguientes colonias de cría, con dos ejemplares cada una: Faro de Ulia, 209; zona Occidental de Ulia, 317, e isla de Santa Clara, 85.

Lo que Arizaga tiene claro es que "no hay que llevar a cabo ninguna medida de control. No estaría justificado a nivel poblacional, pues la propia población se regula sola. Las medidas de control pueden acarrear efectos no deseados".

Lo que sí aconseja de forma taxativa es "no dar de comer a las gaviotas", así como a ningún otro animal considerado fauna urbana, como patos o gatos, cuyo alimento "pueda ser indirectamente explotada por gaviotas".

Pese a las quejas, Arizaga y su equipo no han observado en las gaviotas "cambios significativos en el comportamiento a nivel general".

"Todos los veranos hay quejas en las playas, que se deben a que la gente (alguna gente) les da de comer y las gaviotas, que tontas no son, han aprendido a explotar este recurso. Se trata de unos pocos individuos, ni mucho menos toda la población se comporta así", subrayó el experto.

"No hay que dar de comer a las gaviotas ni a ningún otro animal de

la fauna urbana"

Aranzadi

"En Donostia las gaviotas nidifican en espacios naturales y no en las zonas urbanas "

Director de Salud Pública