24 horas después, parecía que la fiesta ya había dado lo mejor. Pero de manos de la Unión Artesana, la Arriada de la bandera guardaba todavía varias pequeñas sorpresas que los donostiarras congregados en la plaza de la Constitución agradecieron con ganas, felices y sin ninguna intención de acabar con la fiesta antes de tiempo.

La veterana sociedad celebra 150 años y fue la que en 1871 sacó a las calles por primera vez una tamborrada compuesta por tambores, barriles, una banda de música y los acordes de Sarriegi. Antes, sin embargo, existió la sociedad La Fraternal, que también organizaba tamborradas el 20 de enero. Para anunciar la sokamuturra, tocaban la conocida entonces como Iriyarena (después llegó la versión de Sarriegi), la melodía Zezenak dira que se convirtió en el himno no oficial de los donostiarras del siglo XIX.

Con intención de homenajear a sus antecesores, la Artesana volvió a interpretar (y bailar) ayer antes de la medianoche las notas de Zezenak dira, que corearon las miles de personas que llenaban la plaza. Y en referencia a aquellas sokamuturras a las que estaba directamente ligada la tamborrada subieron al escenario un toro de fuego. Después llegaron otras melodías habituales de la cita, como el himno de la Real (había jugadoras de fútbol y hockey tocando en el tablado) o Ikusi Mendizaleak.

Dirigidos por el tambor mayor Aitor Oyarzabal, que también dirigió la Izada invitado por Gaztelubide, la Artesana está de celebración y ayer contagió sus ganas de fiesta al resto de congregados en la Parte Vieja en una Arriada que, más que el final del día de San Sebastián, se ha convertido ya en otra de las citas ineludibles y más queridas por los donostiarras cada 20 enero. Ya queda menos para el siguiente. - N.G.