Donostia. ¿La Clásica ha hecho una buena labor para atraer el turismo, la esencia del Tambor de Oro?

Sin ninguna duda. Nosotros hemos viajado mucho y hemos llegado a ver la Clásica en el avión. No es sólo la retransmisión en directo; luego hay espacios de resúmenes que los ve todo el mundo. Y la bahía está más de un cuarto de hora saliendo. Ahora San Sebastián es un referente. La prueba es un escaparate buenísimo. La retransmisión la produce ETB, la coge TVE, la pasa a Eurovisión y esta, a todas las cadenas europeas. Ahora, desde este año, se va a mostrar en la zona de Asia y el Pacífico, un área muy importante.

Estudió en el colegio de La Salle, que tiene una de las tamborradas de niños más antigua, aunque en su infancia aún no existía. ¿Ha salido en alguna tamborrada?

Dos de mis hijos sí han salido en tamborradas. En mi juventud, lo que solíamos hacer era salir a cenar y luego ver la Tamborrada como espectador. Luego había que ir con los críos a la infantil, pero bueno.

¿Es de esos a quienes se les escapa una lagrimilla cuando escucha la marcha de San Sebastián?

No. No creo que haya nadie que se ponga a llorar. Es más un motivo de alegría que de otra cosa.

¿Van a dedicar el Tambor de Oro a alguien?

Dedicar no, pero desde luego diremos que no es de uno, ni de dos, ni de tres. Es de muchas personas.

¿Como se gestó la Clásica?

Me presenté a presidente de la Federación Guipuzcoana de Ciclismo en 1978 y uno de mis planteamientos era revitalizar la pista, que estaba bastante muerta, y hacer una carrera importante para Donostia. Con ayuda de la Federación Española y de la Federación Ciclista Internacional, en 1981 organizamos la primera clásica.

¿Qué carreras les inspiraron?

Queríamos hacer una clásica internacional copiando la Paris-Roubaix, la Milán-San Remo, la Lieja-Bastoña-Lieja... También pensamos hacer San Sebastián-Bilbao y al año siguiente Bilbao-San Sebastián, incluso ida y vuelta, pero nos pasábamos en kilómetros. Al final, decidimos que como el único puerto importante en Gipuzkoa era Jaizkibel, tenía que pasar por ahí, con vuelta por Gipuzkoa y llegada en el Boulevard. Al principio, celebrábamos también un criterium nocturno en el Boulevard.

¿Qué define una clásica?

Es una prueba de un día, siempre la misma, con salida y llegada en el mismo lugar.

La Clásica San Sebastián siempre ha estado en la cima de las pruebas de ciclismo.

Sí, siempre hemos estado en lo más alto del calendario internacional. Cuatro años en la Copa del Mundo, luego otros cuatro en la UCI Pro Tour, cuatro años más en el UCI World Tour y ahora hemos renovado con ellos otros cuatro, hasta 2016.

Las clásicas no suelen tener equipos femeninos ¿por qué?

Igual hay cien equipos en el mundo y solo los 18 mejores participan en el UCI World Tour. El Tour y el Giro hacen una carrera de féminas en otras fechas. Para un clásica de mujeres harían falta equipos y no hay cantidad.

Este año será la 33 edición y la organizará su sucesor, José Luis Arrieta.

Sí, llevará él las riendas y estoy seguro de que meterá alguna subida distinta para darle un ingrediente más. El ciclismo está cada vez más igualado en fuerzas, antes había escaladores y siempre ganaban en los puertos. Ahora Jaizkibel lo sube todo el mundo. Por eso hay que ponerles cuantas más dificultades, mejor.

¿Ha sido muy difícil traer a las figuras del ciclismo a Donostia?

Al principio sí, era habilidad libre. Después no, porque al estar en la máxima categoría los equipos tienen obligación de acudir, aunque no sea llevando a los mejores. Y ahí entra la mano izquierda para conseguirlo.

¿Qué presupuestos manejan? ¿La crisis ha puesto en peligro la Clásica y la Vuelta al País Vasco?

La Clásica, medio millón de euros y la Vuelta al País Vasco, un millón. Hemos tenido un pequeño problema económico pero está solucionado.

¿Ha afectado el dopaje?

El ciclismo ha sido el deporte más perseguido, pero en la Operación Puerto había 480 bolsas de sangre. La mitad eran de ciclistas, pero la otra mitad de futbolistas, atletas, tenistas... y nadie dice nada.

¿De dónde le viene la pasión por el ciclismo, de familia?

No. Cuando tenía quince años empecé a correr en bici en el colegio de La Salle. Éramos principiantes, luego aficionados y después fui director. Más tarde creamos la Federación Vasca, que presidí diez años, y, mientras, organizábamos la Clásica San Sebastián y la Vuelta al País Vasco.

También organizaron la salida del Tour desde Donostia.

Sí, en 1992. Y el Mundial Ciclismo en 1997.

Este será el tercer Tambor de Oro relacionado con el ciclismo, porque el galardón también lo tienen el Tour y Marino Lejarreta.

Sí, efectivamente.

El sobrino de Lejarreta ha fallecido recientemente cuando entrenaba. ¿Habría que cambiar las leyes para proteger más al ciclista?

Siempre he defendido que se pueda ir en paralelo, porque tienes una protección de un par de metros. Ahora está autorizado. El caso de Lejarreta ha sido de muy mala suerte. Pero el peligro existe y existirá.

¿Es usuario de los bidegorris?

Ya no. Tuve un susto hace unos diez años y cogí tal miedo que dejé de andar en bici. Me caí hacia la derecha, pero si me llego a caer hacia la izquierda me habría pisado la cabeza un camión.