Donde hoy los autobuses paran y la rutina transcurre sin grandes sobresaltos, a su alrededor hubo un día un traqueteo constante y un silbido lejano que anunciaba la llegada del Vasco-Navarro, aquel tren que unía Lizarra y Bergara y que atravesaba el corazón de Aretxabaleta.
Con el paso del tiempo, los rieles desaparecieron y este municipio se convirtió en el único de Debagoiena que no conserva vestigio alguno de aquella historia sobre raíles. Mientras en localidades vecinas como Arrasate u Oñati sus antiguas estaciones han encontrado nuevas vidas, en Aretxabaleta la memoria parecía haberse desvanecido entre calles y casas.
Para evitar que el olvido se impusiera, se ha instalado un atril que recuerda el lugar abergó la estación. El texto, elaborado con mimo por el aretxabaletarra Aitor Antxia Leturia, revive no solo el recorrido del tren, sino también pequeñas historias y curiosidades que daban vida al trayecto.
Último silbido en 1967
El último silbido del Vasco-Navarro se escuchó en 1967, y desde entonces solo el recuerdo permanecía suspendido en el aire. La iniciativa, impulsada por el área de Turismo de la Mancomunidad junto con el Ayuntamiento de Aretxabaleta, devuelve un pedazo de historia a la memoria colectiva. Porque incluso los ruidos que creíamos perdidos pueden volver a escucharse, aunque solo sea en la imaginación.
Historias entre rieles
Entre las mil y una historias que latieron alrededor del ferrocarril y su estación, destacan algunas que Aitor Antxia ha rescatado con precisión y afecto. Una de ellas es la del jefe de estación, don Antonio Sogorb, quien, ante la inminente entrada de las tropas franquistas en Aretxabaleta y consciente de sus simpatías abertzales, decidió huir junto a su esposa y sus dos hijos hacia Bizkaia para evitar represalias.
Otro episodio reseñable ocurrió cuando el pueblo despidió en mayo de 1947 a los detenidos (Vicente Arce, Víctor Ugalde, Manuel Beitia, Félix Ugalde, Ramón Antxia, Nicolás Peña, Lucio Oteiza y Ceferino Agiriano) por solidarizarse con los encarcelados en Bilbao por celebrar el Primero de Mayo.
Billetes para el recuerdo
Pasaron los años, pero aún hay quien conserva los billetes de aquellos viajes. En último trayecto entre Aretxabaleta y Arrasate costaba apenas dos pesetas —seguro incluido—, al igual que hasta Eskoriatza.
Hoy, aquel eco lejano del Vasco-Navarro vuelve a escucharse en forma de homenaje. Y aunque los raíles ya no brillan al sol, el espíritu del tren sigue recorriendo, en silencio, el alma de Aretxabaleta.