Odriozola Ardoak es un referente de la comercialización del vino en el valle del Urola y este sábado no va a faltar a su cita con la Feria del Vino que va a tener lugar en Azpeitia. Zigor Odriozola pertenece a la tercera generación de la familia Odriozola dedicada a la venta de vino y otros licores. Esta dilatada experiencia lo convierte en una voz autorizada para hablar de la cultura del vino y los retos de un cambio social en el que el consumo de alcohol cada vez cuenta con más detractores.

¿Dónde está el origen de lo que hoy es Odriozola Ardoak?

Nuestros abuelos tenían una pequeña bodega debajo de casa en el barrio Txiriboga de Zestoa, que servía de punto de encuentro de los vecinos de la zona y los caseríos cercanos. Allí podían comprar de todo: vino, una aspirina, pienso para el ganado.

Su padre, José Manuel, fue quien cogió el testigo aunque, en principio, su camino en la vida parecía que iba a coger otros derroteros.

Sí, somos una familia muy pelotazale. Nuestro padre y tres de sus hermanos llegaron a jugar la final del Torneo Interpueblos contra Azkoitia con el equipo de Zestoa, en 1975. Mi padre incluso dio el salto a profesionales, pero una lesión le obligó a dejarlo. Trabajaba en una empresa de Aizarnazabal y abrió una pequeña tienda en la calle Julio Urkijo de Azkoitia. Tenía cuatro barricas y vendía vino a granel. Junto a su hermana Mari Carmen empezó a trabajar con bares y restaurantes de la zona, y el negocio fue creciendo. En 1995 abrimos otra tienda en Azpeitia y en 2004 dimos el salto a Zumaia con un modelo más diversificado: vino, licores, charcutería, frutería… El últim gran cambio llegó con la apertura del comercio en el polígono San Juan de Azkoitia.

Una feria en evolución

En Odriozola Ardoak conocen de primera mano la Feria del Vino que va a tener lugar este sábado en Azpeitia. ¿Cómo ha evolucionado desde que inició su andadura hace 18 años?

Las primeras ediciones tenían un carácter promocional. Las bodegas buscaban potenciales clientes (bares, restaurantes, sociedades…). Hoy se vive como una fiesta para disfrutar, compartir y aprender sobre el vino.

Acudirán a la feria con un vino de cosecha propia, algo muy especial para la familia Odriozola.

El vino es un producto vivo, con historia y con alma. Refleja el territorio en el que nace. Esa realidad ha cobrado más sentido para nosotros desde que creamos nuestra propia marca. Siempre hemos embotellado vino, pero hace dos años nos hicimos con unos viñedos en Lapuebla de Labarca. Así nació "Hariak", un nombre que alude a los hilos que unen generaciones, desde nuestros abuelos en Txiriboga hasta nosotros, sus nietos.

La Feria del Vino de Azpeitia ha pasado de ser un espacio de promoción para las bodegas en una fiesta en torno a la cultura del vino

El mercado del vino es cada vez más global. ¿Cómo se compite en ese contexto?

Hoy el mundo es pequeño. Ya no hablamos solo de Rioja, Rioja Alavesa, Ribera o Rueda. En la ecuación entran ya vinos de lugares tan lejanos como Argentina, Chile, California, Sudáfrica o Australia. Casi cualquier país con tradición agrícola produce vino, y la competencia es enorme.

Sin embargo, tienen que lidiar con una realidad cierta como la caída del consumo interno del vino.

En los años 70, el consumo de vino en España rondaba los 40 litros por persona al año; hoy apenas es de 24 litros. España es el tercer productor mundial de vino. En consumo, sin embargo, es el noveno. Es evidente que el vino ha perdido presencia en la vida cotidiana.

Cambio en los hábitos de consumo

¿Qué ha cambiado en la relación de los consumidores con el vino?

Vivimos en una sociedad que camina hacia lo light, lo saludable, lo sin alcohol, y eso se nota en todo. Las costumbres han cambiado y esta nueva mentalidad afecta no solo al vino, sino a todo el sector de las bebidas con alcohol. En un tiempo se decía que una o dos copas de vino al día eran saludables, pero hoy ese mensaje se ha diluido entre debates sobre adicciones y riesgos para la salud.

Pese a todo, el vino sigue estando presente en nuestros bares. ¿Cuál es el vino preferido de los vascos?

Los vascos siguen siendo fieles al vino de la Rioja Alavesa.

La sociedad camina hacia lo light, lo saludable y las bebidas sin alcohol, y eso se nota en el descenso del consumo del vino

La oferta de vinos es amplia, pero da la impresión de que siempre se consumen las mismo marcas.

No voy a negar que también hay mucho de ‘marquitis’, clientes que, por miedo o vergüenza a quedar mal, tiran de las mismas marcas, porque saben que tienen reconocimiento. Muchas veces se pide lo mismo, por desconocimiento o por miedo a probar otros vinos. Pocos se atreven a probar algo distinto.

¿Y qué papel puede jugar la hostelería a la hora de cambiar esa mentalidad y abrir la puerta a nuevas marcas?

Echo de menos la figura de algunos hosteleros de los de antes, de aquellos con oficio que te recomendaban un vino. Era una relación de confianza y aprendizaje mutuo que se ha ido perdiendo, aunque todavía hay hosteleros que lo hacen muy bien.

Futuro del vino

El cambio generacional es clave para volver a poner en valor el vino ¿Ve posible atraer a los jóvenes al mundo del vino?

Será complicado. Muchos jóvenes han crecido sin ver el vino en la mesa de casa. Antes, cualquier comida o celebración incluía una botella; hoy, para muchos, el vino es algo ajeno. Ese cambio cultural pesa.

¿Cómo visualiza el consumo de vino de aquí a diez años?

La situación será similar a la actual. Quien disfruta del vino seguirá haciéndolo como parte de su forma de vivir. Y quien no, difícilmente cambiará de hábito. Pero el vino seguirá teniendo su espacio en torno a una mesa compartida, en las celebraciones y la conversación. El vino, más allá de las cifras, sigue siendo cultura, compañía e identidad, y eso es algo que no se sustituye de manera fácil.