La colocación del pañuelo de fiestas a la figura de San Juan en la residencia San Andrés que ha abierto la agenda festiva de hoy en Eibar ha sido doblemente impactante: a falta de un santo al que colocarle el pañuelo ha habido dos y, curiosamente, ninguno de ellos era el original.

Un acabado discutible

Si a ello se suma que una de las imágenes tenía un acabado que se puede calificar, como poco, de discutible, estamos ante un hecho que trae a la memoria otras iniciativas artísticas enmarcadas en el ámbito de la iglesia que dieron mucho que hablar en su momento y que hoy ha pasado por la cabeza de más de uno de los que se han dado cita en la residencia San Andrés.  

Celebración tradicional

Tal y como manda la tradición, representantes de la corporación municipal se han desplazado hasta la residencia a cumplir con la tradición de colocar el pañuelo de fiestas a la imagen de San Juan.

Sin embargo, este año no se han encontrado con la figura del santo que les ha solido recibir en otras ocasiones. La imagen está siendo sometida a una restauración con el fin de paliar los estragos del paso del tiempo, por lo que se ha considerado conveniente eximirla de esa obligación este año. 

Solución alternativa

Esta situación dejaba un vacío que era necesario cubrir, por lo que había que buscar una solución: era necesario un santo.

La respuesta llegó en forma de propuesta entusiasta por parte de una vecina de la villa armera, que se animó a hacer una figura tomando como punto de partida la imagen de San Juan.

El tradicional momento de la colocación del pañuelo de fiestas, que este año se ha llevado a cabo por partida doble. Udala/Askasibar

Imagen poco clásica

Su presentación oficial ha tenido lugar hoy y, tal y como sucede en demasiadas ocasiones, esa buena voluntad no ha llegado acompañada del acierto, y el resultado final ha quedado lejos de imagen más clásica de San Juan. 

Los que la han visto esta mañana se han encontrado con una figura que presenta una imagen del santo caracterizada por su rusticidad.

San Juan aparece sujetando una cruz hecha con finas ramas con dos manos que, fieles al resto del conjunto, no destacan por su fino acabado.

Esas manos están pegadas a un cuerpo cubierto con lo que parece un remedo de piel de borrego, quizás en referencia al cordero con el que la imaginería cristiana representa la figura de San Juan. Se trata, en definitiva, de una imagen que no ha dejado indiferentes a cuantos han tenido ocasión de verla.

Llegada de la segunda imagen

El protagonismo que había alcanzado la figura entre los que estaban esperando la llegada de las 10.30 para la colocación del pañuelo se ha visto eclipsado en parte cuando un operario se ha presentado en el lugar con una segunda imagen de San Juan.

Esta figura, más acorde a la imagen más clásica del santo, se ha colocado junto a la otra y así se han mantenido ambas a lo largo de la celebración.

Solemnidad total

De hecho, el acto se ha desarrollado con la más absoluta de las normalidades y con la solemnidad que corresponde a un evento de este tipo.

El hecho de contar por primera vez con dos figuras de San Juan a las que honrar no ha alterado un ápice la celebración.

La banda de txistularis Usartza, durante la interpretación del 'Zortziko de San Juan' en honor a las dos figuras protagonistas de la cita de este año en la residencia San Andrés. Udala/Askasibar

Pañuelos para ambas figuras

El concejal de Cultura, Patxi Lejardi, ha colocado el primer pañuelo a la ultima figura en llegar a la residencia y, a continuación, he hecho lo mismo con la otra imagen.

Cumplimentado este trámite, la banda de Txistularis Usartza ha interpretado el Zortziko de San Juan antes de que Kaleetan Kantuz se sumara la acto con una nueva interpretación. Tras varias piezas más por parte de los txistularis eibartarras, el acto se ha dado por finalizado.

Un nuevo Ecce Homo

Las personas que habían acudido a la residencia San Andrés han ido abandonando el lugar camino de otros de los momentos grandes del día en la villa armera, el desfile de los gaiteros de Estella y el chupinazo. Atrás han quedado las dos figuras y, con ellas, una pregunta que bullía en la cabeza de todos los que habían asistido al acto: “¿Acabamos de ver al Ecce Homo de Eibar?”.