Durante los años de la Guerra Fría fueron pocos los vascos que pasaron al otro lado del Telón de Acero. El ciclista legazpiarra Juan José Moral no solo conoció los países comunistas, sino que además consiguió poner en pie a todo un estadio: en 1975 participó en la Carrera de la Paz (el Tour de los países del Este) y ganó una etapa. También participó en las Olimpiadas que se celebraron en 1976 en Montreal. Solo la mala suerte impidió que este ciclista se labrase una carrera en el profesionalismo y su nombre aparezca junto a los grandes del ciclismo vasco. Su hijo Juanjo ha escrito una novela en su honor (Vencer en tierra de espías) y valga este reportaje también como pequeño homenaje, en el 50º aniversario de su gran victoria.
Moral nació en Villamayor de los Montes (Burgos), en 1951. “Cuando tenía 6 años murió mi madre y me quedé con mi padre. Para entonces, mis hermanos vivían en Legazpi. Habían venido a trabajar. Cuando tenía 14-15 años murió mi padre y un hermano vino a buscarme. Me trajo a Legazpi y al día siguiente empecé a trabajar en la fábrica de Patricio Echeverría”. Pero la bicicleta se cruzó en su camino y dejó el trabajo. “Empecé a andar en bici y lo hacía bien. Le pedí al encargado que me pusiera a relevos para poder entrenar y me dijo que no. Fui a donde el jefe de personal y él también se negó. Se me cruzó el cable y dejé el trabajo. Con esa edad crees que el futuro es tuyo, pero mis hermanos tenían hijos y era mi deber ayudarles”.
Afortunadamente, gracias a la bicicleta consiguió llevar dinero a casa. “Como andaba cada vez mejor, me fichó el equipo Xey. Después corrí en los equipos Olsa y SuperSer. Tenía un pequeño sueldo, ganaba muchas carreras y durante unos cinco años formé parte de la selección de España. La Federación me daba una ayuda mensual. Entre una cosa y otra, ganaba casi tanto como trabajando”.
Era un gran rodador. “Esprintando no era malo, pero no me dediqué a aprender a esprintar. En los grupos pequeños me arreglaba bien, pero en los grandes no. Para ello, hay que aprender a colocarse. A pesar de ello, recuerdo que en una carrera quedé cuarto en el esprint del pelotón. Subiendo también me defendía, aunque no era escalador. Era un cicilista del estilo de Alex Aranburu”, explica.
Fichaje por el SuperSer
Lo tenía todo para triunfar, pero tuvo muy mala suerte. Primero se cruzó la mili en su camino. Cuando acabó el servicio militar y volvió a recuperar la forma (había estado año y medio comiendo rancho y sin apenas entrenar), le fichó el equipo Olsa. En 1974 y en 1975 corrió con ellos y en 1976 con el SuperSer. A pesar de que sus dos últimas temporadas fueron espectaculares, no consiguió pasar al profesionalismo. “En aquellos tiempos solo había dos o tres equipos profesionales en España. En 1976 iba a correr con el Olsa, que era el filial del Teka. Pero el responsable del SuperSer se puso en contacto conmigo. Le dije que tenía contrato con el Olsa. No sabía qué hacer y, finalmente, le pedí al Olsa que me diera la carta de libertad. Me la concedieron y fiché con el SuperSer. En teoría era un paso adelante, pues el SuperSer tenía intención de sacar un gran equipo profesional”.
Él iba a correr en ese equipo, pero... “Me ficharon para correr en el equipo profesional, pero era año olímpico y la Federación quería que yo participara en las Olimpiadas. El seleccionador, Ramón Mendiburu, habló con los responsables del SuperSer y acordaron retrasar un año mi paso al profesionalismo (en aquellos tiempos los profesionales no podían participar en las Olimpiadas)”.
Moral hizo una gran temporada y en las Olimpiadas estuvo a punto de meterse en el corte bueno. Estaba listo para pasar al profesionalismo, pero... “En el Tour de 1976, Ocaña (entonces en el SuperSer) ayudó a Van Impe para que no ganara Zoetemelk. El dueño del SuperSer se enfadó, por eso y porque el equipo no le estaba resultando rentable, y desmanteló el equipo profesional. Algunos de mis compañeros del Olsa pasaron al Teka, pero a mí no me perdonaron haberme ido al SuperSer, a pesar de que participé en las Olimpiadas, gané una etapa de la vuelta e Irlanda e hice segundo en la general, hice cuarto en la Guillermo Tell de Suiza... Fue un equipo recién creado el que me fichó, pero el proyecto no salió adelante. El SuperSer me ofreció seguir en aficionados, pero para entonces ya estaba harto y dejé el ciclismo”.
Pero el ciclismo sigue siendo parte de su vida: ve todas las carreras en Eurosport y el salón de su casa está presidido por una fotografía de la Carrera de la Paz, otra de las Olimpiadas y el diploma del Comité Olímpico Español que acredita que participó en las Olimpiadas de 1976.