Arantza y Garbiñe Albisua, del centro de estética Algar de Urretxu, se jubilarán en diciembre. Algar lo abrió Arantza en 1975 y siete años después se le unió su hermana Garbiñe. Arantza recuerda incluso el día y la hora de apertura y quién fue su primera clienta. Desde entonces, han pasado cientos de personas por Algar.
A Arantza le gustaba todo lo relacionado con el cabello y la piel y decidió ir a estudiar a una academia de Zarautz. “Allí descubrí que la estética me gustaba más que la peluquería. Empecé a trabajar en Donostia y después abrí Algar”.
Tenía solo 18 años. “Había tenido acné y cuando sufres algo así te das cuenta de la importancia que tiene la piel. A esa edad todavía no tienes muy formada tu personalidad y sufres mucho. Por ello, decidí ayudar a los demás. Cuidar la piel es muy importante, pues la belleza y la salud empiezan en nuestra piel. La piel no pide mucho, casi siempre basta con limpiarla e hidratarla. Pero muchas veces olvidamos que es para toda la vida y no la cuidamos bien. Deberíamos incluir el cuidado de la piel en nuestra rutina, tal y como hacemos con la limpieza bucal. En cuanto nos acostumbramos a cuidar la piel, no lo dejamos, pues nos damos cuenta de que nos beneficia”.
Cuando ella empezó a trabajar no había muchos centros de estética en Urretxu y Zumarraga. “Debajo nuestro había una perfumería y de vez en cuando solían traer una esteticista de fuera. Una vez vino a nuestro local a depilarse y me dijo que, aunque solo tuviera una cliente al día, no lo dejara. La verdad es que tuve mucha suerte: desde el principio vino mucha gente. Creo que acertamos: siempre hemos ofrecido un servicio personalizado, pues cada persona es única y tiene sus propias necesidades”.
Arantza Albisua añade que estos 49 años han sido “muy buenos”. Eso sí, la sociedad ha cambiado mucho y con ella las técnicas y las necesidades de los clientes. “En cuanto a la depilación, por ejemplo, antes utilizábamos cera y ahora utilizamos el láser. Los masajes también han cambiado: antes se hacían todos con las manos y ahora se utilizan también aparatos. A nosotras nos gusta mucho nuestro oficio y siempre hemos tratado de estar al día. Hemos hecho muchos cursos en Londres, Madrid, Barcelona... Durante los años 80 y a comienzos de los años 90, fuimos todos los años a Londres. Era la meca de la estética moderna. Y siempre volvíamos de allí con muchas ganas de poner en práctica lo que habíamos aprendido. Creo que la gente lo notaba. Además, estar al día te aporta una gran seguridad en tu trabajo”.
Perfil de los clientes
No solo ha cambiado el mundo de la estética, también el perfil de los clientes. “Antes la mayoría eran mujeres, mientras que ahora vienen muchos hombres. Casi la mitad son hombres. Se han dado cuenta de que la piel es muy agradecida. Y los hombres, cuando se dan cuenta de que algo les beneficia, no lo abandonan”.
Aunque les apasiona su oficio, han decidido jubilarse. “En mayo cumpliré 68 años. Además, vivo en Donostia. Llevo 32 años viniendo a trabajar a Urretxu. Me da mucha pena dejarlo, pero no sé cuántos años de buena salud me quedan y quiero aprovechar ese tiempo. Mi hermana es más joven y en un principio tenía intención de continuar, pero ella también vive en Donostia y ha decidido dejarlo”.
Los clientes están apenados. “Muchos han llorado. Hay familias en las que las tres generaciones son clientas nuestras: la abuela, su hija y su nieta. Vienen muy tranquilas, pues saben que les solucionaremos sus problemas. Además, la mayoría de los que vienen aquí tienen que desvestirse y cuando se desvisten nos están dando toda su confianza. Eso crea una relación muy estrecha. He maquillado a cientos de mujeres el día de su boda. He tenido la suerte de compartir con ellas ese gran día y la ilusión que sentían. Después, han seguido viniendo aquí a cuidar su piel durante el embarazo, tras el parto...”.
Quiere darles las gracias. “Para nosotras no son clientas, son amigas. La mayoría tienen nuestro número de teléfono. Si tienen alguna duda, pueden llamarnos tranquilamente. Cuando te llama una amiga, le atiendes encantada”.
¿Y qué van a hacer ahora? “Una de las cosas que voy a hacer es aprender a utilizar el ordenador”. Su hermana Garbiñe dice que quiere “vivir”. No en vano, han metido muchas horas en el centro de belleza. “Le hemos dedicado mucho tiempo a diario y el tiempo es nuestro mayor tesoro. Recuerdo que antes todo el mundo se iba de de vacaciones en agosto y los últimos días de julio solíamos trabajar hasta las 23.00 horas. De ahora en adelante, nuestra vida será realmente nuestra”.
Ella también ha trabajado muy a gusto. “Empecé a ayudar a mi hermana y me gustó el trabajo. Yo me he encargado, sobre todo, del cuidado corporal. Masajes y demás. A todos nos gusta estar bien, y poder ayudar a la gente es muy bonito”, concluye.