¿y quién no se rinde a Maritxu Kajoi? La popular y multitudinaria fiesta que desde hace cuatro largas décadas rinde honores a la patrona de los txikiteros, convirtiendo Arrasate en una gigantesca pasarela de elegancia al aire libre, ha demostrado este viernes que se conserva en plena forma. Las ganas de parranda han hervido por todos los rincones, sobre todo a partir del anochecer, cuando en el Casco Histórico y alrededores de la localidad cerrajera no ha cabido ni un alfiler.
Histórica fiesta
Salvando las distancias entre edades, la celebración que por iniciativa popular empezó a hacer historia el primer viernes de octubre de 1977, ha vuelto a desatar el fervor entre niños, niñas, jóvenes y adultos.
Trajes con corbata, pajarita o sin ninguno de esos complementos dependiendo de los gustos, y vestidos de todas las larguras y colores (aunque sigue predominando el negro) han tomado las calles en una maratoniana jornada que ha tenido al tiempo como aliado. Entre tanta distinguida vestimenta ha destacado uno de los símbolos indiscutibles del día: el escapulario, colgado al cuello, que este año ha alzado la voz por un Sáhara y Palestina libres.
Poteo matinal
Numerosas cuadrillas han hecho un alto en el poteo matinal para venerar a su protectora, depositando bajo su imagen un ramo de flores en ruego por otro año sembrado de juergas. Han cumplido con la tradición de la ofrenda maritxuzales veteranos y de nueva hornada, que con absoluta devoción entronizan y homenajean a Maritxu Kajoi.
Restaurantes, sociedades gastronómicas, bares y txosnas han vivido un gran ajetreo en las horas previas a una tarde-noche en la que la afluencia de visitantes ha ido creciendo. El poteo más elegante del año ha transformado de nuevo a Arrasate en la capital del txikiteo.