Las Casas Pequeñas de Arrasate es uno de los vecindarios con una marcada identidad, que ha sabido conservar la impronta del modelo urbanístico de ciudad jardín que proliferó durante el último tercio del siglo XIX y el primero del XX. Este 2024 el coqueto barrio ha cumplido cien años, y aunque su época gloriosa, cuando la calle albergaba diferentes empresas y negocios, solo hierve en la memoria colectiva, lo cierto es que las 18 viviendas unifamiliares que levantó la Unión Cerrajera mantienen su esencia. Rompen, de algún modo, con un entorno transformado a las órdenes de los desarrollos urbanos y, sobre todo, atraen la mirada de quienes pasan junto a ellas.

Pero, ¿qué actividades existieron en la calle? Por un lado, el matadero municipal que se construyó en la confluencia de los ríos Deba y Aramaio en 1900. Fue un servicio utilizado por los carniceros de la villa. “Yo iba todos los días y conmigo solían venir Mariano Usabiaga, Román Arkauz, Juantxu Antxola, Salaberria, Sagasta Olatxo y el de Goiru”, cuenta Imanol Moreno, de la carnicería Salturri, en la entrevista que recoge el libro publicado por Arrasate Zientzia Elkartea (AZE) con motivo del centenario de Etxe Txikiak (también llamadas Casas Baratas). Estas instalaciones de sacrificio y despiece de animales suponían “un enorme atractivo para los chiquillos, a quienes no se nos vetaba la entrada al interior donde contemplábamos sorprendidos los animales desventrados y, en especial, la matanza de cerdos con su espeluznante acompañamiento sonoro, desangrado y, finalmente, la quema bajo una pira de helecho seco”, recuerda la citada publicación.

En cuanto a las empresas, la primera que se instaló en la zona, concretamente en los números 40 y 42 de la calle Maala, fue la carpintería de Patricio Osinaga Urrutia, que desempeñó el cargo de concejal del PNV durante la República y, por ello, fue condenado por el Tribunal de Responsabilidades Políticas de Navarra “a pagar una multa de 5.000 pesetas”, tal y como detallan los miembros de AZE. Osinaga solicitaría después al Ayuntamiento la autorización para construir un taller y casa de nueva planta en los terrenos pertenecientes al caserío Ale, a donde trasladó su negocio.

Llega la década de los 50 y al lugar que acogió la mencionada carpintería desembarcó Industrias Rima, dedicada a la fabricación de material de fundición de bronce y cobre que dio trabajo a 25 personas. En 1968 cesó su actividad en la localidad cerrajera y se mudó a Gasteiz. En la capital alavesa sigue en marcha, pero rebautizada como Innovac Rima.

A comienzos de los 60, Pedro González Pinto alquiló los mismos locales 40 y 42 como almacén para materiales hidráulicos. En el anecdotario figura que Hidráulicas del Norte arregló las famosas y fotografiadas farolas de La Concha de Donostia.

La carbonería al por menor fue otra de las actividades que forman parte de la historia de las Casas Pequeñas. “El 4 de julio de 1940 el Consistorio concedió a Hipólito Altuna Sagasta el permiso para la apertura en el número 1 de la calle Maala de un establecimiento para venta de este combustible a domicilio. Estaba situado bajo la terraza de la casa de Txaparro; con su carro, tirado por burro y tocando la trompeta, recorría el pueblo vendiendo carbón”, rememoran los integrantes de AZE.

TERTULIAS, CENAS...

Pero si hubo un lugar de encuentro para dar rienda suelta al ocio fue el bar Politena, que abrió sus puertas en la década de los 30 en el número 11 de la Avenida Navarra. “Fernando Cortabarria, su propietario, evacuó antes de la entrada de los franquistas a Arrasate y, por tanto, a partir de septiembre de 1936 el bar estuvo cerrado. Al regresar a la localidad, Fernando, que estuvo de chofer de un camión con los resistentes, solicitó permiso para la reapertura. Primeramente, el 30 de julio de 1941, se le deniega por entender que el cierre obedeció a que el recurrente evacuó con los rojos; posteriormente, cuando la represión tomó un cariz algo menos sangriento, a finales de los 40, recibió la autorización”, explica la asociación arrasatearra.

Este local fue durante años el centro neurálgico del ocio. Testigo de tertulias, cenas, partidas de cartas, guateques…, y de la creación de la peña taurina de Mondragón bajo la dirección del “inefable” José Casino. Etxe Txikiak es un barrio con cien años de historia. Y lo que le queda.