Millones de personas se desplazan cada año para visitar otros lugares del mundo. En los primeros tres meses de 2024, 285 millones de turistas han viajado al extranjero, una cifra que alcanza los niveles prepandemia y que supone un aumento del 20% respecto a los datos del año pasado. Con todo, el del turismo es un sector en auge y determinante para la economía, alcanzando un beneficio total de 3,3 billones de dólares, lo que equivale al 3% del PIB mundial, según los datos de ONU Turismo.
Según el organismo de las Naciones Unidas dedicado al turismo, hoy en día, el volumen de negocio del turismo iguala o incluso supera al de las exportaciones de petróleo, productos alimentarios o automóviles. El turismo, por tanto, se ha convertido en uno de los principales actores del comercio internacional, y representa al mismo tiempo una de las principales fuentes de ingresos de numerosos países en desarrollo. La expansión general del turismo en los países industrializados y desarrollados ha sido beneficiosa, en términos económicos y de empleo, para muchos sectores relacionados, desde la construcción hasta la agricultura o las telecomunicaciones.
Sin embargo, el impacto de esta actividad en el medio ambiente puede conllevar, entre otros, un alto consumo de recursos y energía, la degradación de ecosistemas, o un aumento de gases de efecto invernadero derivado del uso del transporte aéreo o marítimo. Ante esta situación, cada vez más voces reclaman la importancia de integrar la perspectiva de la sostenibilidad en el sector, no solo de cara a minimizar la huella ecológica, sino también para contribuir de manera positiva a las personas que habitan los lugares que visitamos.
Nos referemos al turismo sostenible, una forma de viajar y explorar el mundo que busca minimizar el impacto negativo sobre el medio ambiente y respetar las culturas locales y contribuir de manera positiva a las comunidades anfitrionas. Y es que este tipo de turismo se enfoca en la conservación de los recursos naturales y culturales, y en la promoción de prácticas que beneficien tanto a los turistas como a las poblaciones locales.
Son muchos los beneficios que aporta la práctica del turismo sostenible tanto para aquellas personas que lo practican, como para aquellos que reciben a los visitantes. Entre sus bondades destacan los beneficios medioambientales, un impacto económico positivo, experiencias auténticas y enriquecedoras, y la promoción de la salud y el bienestar.
Respeto por el medio ambiente
Uno de los objetivos del turismo sostenible es reducir al mínimo los impactos negativos sobre el medio ambiente a través de prácticas como el uso de medios de transporte limpios, energías renovables, gestión eficiente de residuos y conservación de recursos naturales. Además, promueve la conservación de la biodiversidad y los ecosistemas, asegurando que las actividades turísticas no dañen el entorno natural.
Impacto económico positivo
Fomentar el desarrollo económico de las comunidades locales es otro de sus fines, algo que promueve mediante la creación de empleo y el apoyo a negocios y productos locales.
Inmersión cultural
El turismo sostenible ofrece a los visitantes una experiencia más auténtica y enriquecedora. Al interactuar con la población local y participar en sus costumbres, los turistas obtienen una comprensión más profunda de la cultura local. Esta inmersión cultural crea recuerdos duraderos y fomenta un mayor respeto y aprecio por la diversidad cultural.
Actividades saludables
Las actividades al aire libre, como el senderismo, el ciclismo y el surf, permiten a los turistas disfrutar de la naturaleza y mantenerse activos. Otra opción ideal para llevar a cabo en familia es visitar granjas locales para conocer los detalles de la producción de alimentos ecológicos, participar en la cosecha o degustar productos locales, de km 0 y de temporada, que además de una experiencia para el paladar, contribuye a un estilo de vida más saludable.