La entrada del ayuntamiento de Pasaia, el palacio Arizabalo, acoge desde hace unos días una maqueta de la draga Jaizkibel elaborada durante años por el errenteriarra Juan Enrique Bengoetxea Elizetxe. El artista ha cedido de por vida al Ayuntamiento de Pasaia esta réplica minuciosa.

La maqueta, construida a escala de 1/50, pretende reproducir según su autor “de la manera más detallada posible y respetando los materiales originales, todas las características funcionales y estéticas del modelo real”. El objetivo de Bengoetxea ha sido replicarla tal y como fue conocida en su periodo de actividad.

De hecho, el artista ha añadido a su acabado definitivo unos ligeros toques de óxido para conseguir el aspecto habitual de la nave durante sus años de trabajo.

El forro del casco y de la cubierta son de madera chapeada con láminas de cobre roblonado y latón. Para el casco, la cubierta y otros elementos del interior se ha utilizado chapa de madera contrachapada, recuperada de unas cajas de vino.

El artista también ha construido de contrachapado de madera los tres elementos principales de la cubierta: el casetón de la popa, la torre central y el casillete de la torre grúa de proa. Las dos torres, la caseta, el brazo de la draga, las tolvas de descarga, vertederos y todas las casetas menores están construidas con contrachapado de tilo y forradas en cobre. La chimenea es de tubo de cobre de fontanería.

La pintura usada ha sido acrílica, y ha sido aplicada por el autor de acuerdo a los colores del modelo.

Para mejorar su resultado final, la maqueta se ha situado en posición de trabajo; es decir, con el brazo del rosario sumergido y reposando sobre los sedimentos del fondo, y el vertedero de estribor desplegado.

Por ello, esta maqueta es una réplica minuciosa que homenajea la rica historia marítima de Pasaia. Este buque jugó un papel fundamental en el desarrollo del puerto de Pasaia, y el autor ha confesado que le tiene “un cariño especial”.

“La conozco desde que era crío, cuando venía a nadar y a bucear a Pasaia y la veía trabajando retirando los sedimentos del fondo de la bahía”. De hecho, la construcción de la draga Jaizkibel data del 3 de noviembre de 1933. Fue un encargo que la Autoridad Portuaria de Pasaia realizó a los astilleros de la compañía Euskalduna de Bilbao para mantener la bahía libre de sedimentos que el río Oiartzun vertía; desechos que, durante los años sesenta, se incrementaron notablemente a consecuencia de la actividad de la papelera de Errenteria. La draga estuvo activa hasta el año 1984.

“Un día en Trintxerpe vi que la estaban desmontando y pensé que la draga Jaizkibel sería mi próximo trabajo. Le saqué unas fotos y más tarde conseguí unos planos de una reforma que se llevó a cabo. De esa manera logré reconstruir el barco”, relata Bengoetxea.

Estuvo años trabajando en el buque, hasta que el trabajo llegó a un punto más repetitivo y lo apartó para seguir construyendo otras embarcaciones: “Hay trabajos que son muy tediosos y con los que pasas días y días para luego apenas apreciar resultado. Y, en cambio, hay otras piezas que marcan una gran diferencia en el conjunto del proyecto. Lo segundo es, por supuesto, mucho más satisfactorio, pero aunque desearas multiplicar esas pequeñas y repetitivas piezas para no tener que hacerlas de una en una, forman parte también de la maqueta y es un trabajo que debe hacerse”.

“Fue mi hija quien me animó a que lo finalizara y el año inactivo de la pandemia me permitió dedicarle las horas que le hacían falta”, recuerda. Una vez terminado, pensó en cederlo al Ayuntamiento de Pasaia. “En mi casa sólo lo pueden ver mis amigos y como a la draga Jaizkibel le tengo un cariño especial decidí hablar con el Ayuntamiento para poder exponerlo. Me dieron todo facilidades. El barco sigue siendo de mi propiedad, pero se lo he cedido a Pasaia en principio de por vida”, relata.

El errenteriarra es aparejador, ahora jubilado, y ha realizado gran variedad de maquetas de barcos desde su época de estudiante. “No sé de dónde me viene este interés especial. ¡Quizá fuera corsario o marino en otra época!”, dijo entre risas a los representantes municipales el día que fueron a firmar el convenio. También les señaló que tiene en casa una gran variedad de veleros y otras construcciones en las que suele estar trabajando hasta altas horas de la madrugada.

Aunque la draga Jaizkibel estuvo a punto de convertirse en chatarra, por fortuna, en 1991, se decidió incoar el expediente, a propuesta del Museo Naval de San Sebastián y con el apoyo de la Asociación Vasca de Patrimonio Industrial y Obra Pública. La draga Jaizkibel fue declarada en 1992 Bien de Interés Cultural por la Junta de Patrimonio del Gobierno Vasco.

Actualmente se encuentra en la grada de los astilleros de Ondartxo (Pasaia) como testimonio de la actividad portuaria de la localidad. Tiene 60,20 metros de eslora, 10,50 metros de manga y un puntal de 4 metros. Su calado es de 2,10 metros, lo que le permitía trabajar a cotas de entre 3 y 17 metros desde la línea de flotación. Es uno de los pocos testimonios de patrimonio marítimo portuario de estas características que restan en el País Vasco.

Restaurada en 2012, gracias a un acuerdo entre la Autoridad Portuaria, Diputación y Gobierno Vasco, es un importante activo patrimonial, que hoy se encuentra a la espera de su puesta en valor.