Corría el año 1967 cuando nació Kresala en Donostia. Ese mismo año, el Ayuntamiento otorgó por primera vez el Tambor de Oro. En aquella ocasión, fueron cuatro los galardonados con la máxima insignia de la ciudad: Miguel de Echarri (director del Festival de Cine de San Sebastián), Manuel Bastos (afamado y prestigioso médico aragonés y conocido por ser uno de los veraneantes más fieles), Guy Petit (alcalde de Baiona) y Guillermo Cebrián (cónsul de España en Hendaia). 

Cuentan las crónicas de la época que ese mismo año, el 13 de agosto, un temblor sacudió la ciudad en plena Semana Grande. Sucedió mientras se celebraba el concurso internacional de fuegos artificiales, por lo que muchos donostiarras, absortos con la traca final, no percibieron el terremoto. 

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Volviendo al tema que nos ocupa, hubo que esperar cinco años (1972) para que la de Kresala se uniera al resto de tamborradas del centro y la Parte Vieja. Les tocó salir en la diana, a las siete de la mañana, el único hueco disponible. Pero no acaban aquí las efemérides, y es que en 1980 Kresala se convirtió en la primera agrupación en integrar mujeres en su tamborrada. Aquel año salieron 25 aguadoras y Koruko Eceiza recuerda muy bien aquel día. “Yo tenía diez años, era una cría, y recuerdo que la ama estaba nerviosa cuando vino a despertarme. Era la primera vez que iba a haber mujeres tocando y salía mi hermana Edurne. Había mucha expectación y emoción en el ambiente. Fuimos a verle a la calle Aldamar, y cuando pasaron empezamos a aplaudir”. 

Baja justificada

Pasaron casi 20 años hasta que la propia Koruko se animó también a salir y, desde entonces, salvo en dos ocasiones, no ha faltado a su cita del 20 enero. “Sólo he fallado dos años, pero fue por baja justificada”, confiesa entre risas, y es que las dos veces que no pudo acompañar a la comitiva de Kresala fue porque estaba embarazada. 

“Fui con mi madre a la calle Aldamar a ver desfilar a mi hermana Edurne. Había mucha expectación y emoción en el ambiente”

Koruko Eceiza - Directora de aguadoras y barriles de Kresala

Cuenta que empezó como abanderada, y que aquello al principio no le hizo mucha ilusión. “Nos apuntamos toda la cuadrilla y teníamos muchas ganas, porque íbamos a pasarlo en grande, pero me pusieron de abanderada y como yo lo que quería era tocar, pensé que no iba a disfrutar tanto. Qué equivocada estaba. ¡Lo pasé de maravilla!”, exclama. 

A partir de ahí, Koruko ha esperado cada año con ansia a que llegara el gran día. Ha pasado por todos los roles: abanderada, cantinera, aguadora y, desde hace ocho años, ostenta el cargo de directora de aguadoras y barriles. Algo en lo que, por cierto, Kresala también fue pionera, dado que en el año 1989 nombró a una mujer como directora, Lourdes Etxeberria. Koruko confiesa que sigue en el cargo porque de momento no se ha presentado nadie más. “A mí lo que me gusta es tocar. Cuando te toca dirigir tienes la gran responsabilidad de estar delante y hay que estar fino. Antes podía ir sin dormir, del tirón, pero ahora cenamos con los amigos y después, a casa a descansar lo que se pueda, que a las 5.30 horas hay que empezar a prepararse”. 

Bocatas y champán

El recorrido comienza en la sede de Kresala, en la calle Euskal Herria, a las 7.00 horas, y continúa por 31 de Agosto, San Jerónimo y Fermín Calbetón. “Paramos en Gaztelubide, donde nos dan bocadillos y champán para coger fuerzas y después, al muelle. Este es mi momento favorito. Cuando llegamos al puerto, solemos ver el amanecer y las vistas son preciosas. Yo suelo ponerme a dirigir de cara al mar y de espaldas a los compañeros. Este momento es muy especial para mí porque me acuerdo de los que están y de los que ya no están. Es como el 1 de enero, cuando haces balance del año”. El recorrido continúa haciendo una nueva parada, esta vez en Euskal Bilera, donde les proveen de un caliente caldo, y siguen por la calle Hernani hasta la Avenida, donde desayunan chocolate caliente y curasán. Después cogen la calle Garibay para llegar al Boulevard y de ahí a la plaza Sarriegi, donde tocan junto a la tamborrada infantil de Euskal Bilera. El recorrido termina hacia las 10.00 en la sede de Kresala. Preguntamos a Koruko qué supone para ella salir en la tamborrada de Kresala y responde sin un ápice de duda: “Un privilegio y un honor”.