“Parece que fue ayer y han pasado 40 años desde que un día, en 1983, me animé a realizar un cursillo de Primeros Auxilios que me llevó a incorporarme al equipo que daba sus primeros pasos para establecer una base de Cruz Roja en Debagoiena”, cuenta el oñatiarra Javier Igartua, presidente en la comarca de esta organización humanitaria, cuyo pilar clave es el voluntariado.

El 3 de diciembre se cumplieron cuatro décadas de la primera guardia que cubrió la asamblea local de Cruz Roja. Comenzaba su andadura en un pequeño “cuartito” que le cedieron en la zona de urgencias del hospital Alto Deba, en Arrasate. Siete meses más tarde, el 14 de julio de 1984, se inauguró la sede actual en el barrio bergararra de Elorregi (San Prudencio), en la que fuera una antigua central eléctrica de la empresa Unión Cerrajera, que los voluntarios de aquel primitivo equipo reformaron con empeño y mucha ilusión en las incontables horas que invirtieron “los sábados y domingos”, recuerda Igartua, que forma parte de la institución humanitaria desde sus inicios en Debagoiena (en Gipuzkoa se fundó en 1870).

En un contexto de cobertura ante emergencias y accidentes “más bien escasa y deficiente” se puso en marcha la iniciativa, que echó a andar con un puesto permanente de socorro y primeros auxilios, que de lunes a viernes tuvo al frente a jóvenes en servicio sustitutivo al militar, y durante los fines de semana cedía el testigo al personal voluntario. En 1986 se creó el grupo de rescate y salvamento, que 20 años más tarde se convertiría en el Equipo de Respuesta Inmediata ante Emergencias (ERIE), que en estos momentos integran una veintena de efectivos entrenados en la búsqueda de personas desaparecidas, la prestación de primeros auxilios en lugares de difícil acceso, incidencias meteorológicas o evacuaciones.

En este dilatado recorrido ha habido también cambios, como el que se produjo en 2015 cuando las ambulancias de Cruz Roja Gipuzkoa se desligaron de la red de transporte sanitario urgente. No obstante, siguen incluidos en las Tácticas operativas del Sistema Vasco de Atención de Emergencias, y mantienen la prevención en eventos deportivos y festivos.

La actividad de salvamento y respuesta ante emergencias es, por tanto, una de las columnas vertebrales que dan cuerpo a la estructura comarcal de Cruz Roja, que con el tiempo se ha ido diversificando, abriéndose a proyectos sociosanitarios y de intervención social. En este ámbito proporcionan apoyo, orientación y kits de primera necesidad a personas que llegan a Debagoiena en una extrema situación de vulnerabilidad; transporte adaptado a personas con movilidad reducida, y un servicio de préstamo temporal de productos de ayudas técnicas de órtesis y geriatría (muletas, sillas de ruedas, andadores, grúas…).

En 2018, además, se estrenó el programa Éxito Escolar para brindar un refuerzo académico y de desarrollo personal a niños y niñas en riesgo de exclusión social. En el inicio de cada curso académico ponen, igualmente, el foco en la población infantil, haciendo entrega de material escolar a pequeños en situación de vulnerabilidad, que superan la cifra de 200. Y en fechas navideñas reparten ilusión a través de la campaña solidaria Juguete Educativo que se nutre de las donaciones ciudadanas. En esta edición 260 menores de familias identificadas por los servicios sociales municipales, o que han contado con el apoyo de Cruz Roja en este año, han recibido estos juguetes y juegos.

Por otro lado, hace dos años alumbraron el proyecto Adherencia Terapéutica para personas con enfermedades crónicas o en soledad, que dirige un equipo de seis voluntarios y voluntarias que ofrecen acompañamiento y pautas para fijar hábitos saludables, y seguir correctamente los tratamientos médicos.

“El apoyo constante de la población, las instituciones y las empresas benefactoras nos hace pensar que contribuimos de forma positiva al bienestar de todos las y los vecinos de nuestra comarca. Haber atendido sus necesidades y emergencias en momentos difíciles, y trabajar por la inclusión hace que la idea primitiva sea hoy una sólida realidad con una trayectoria reconocida”, manifiesta Igartua. Como objetivos se marcan mantener los citados programas, y ampliar la red de voluntarios en la iniciativa Adherencia Terapéutica para “llegar a más usuarios y usuarias”.

Asistencia preventiva en la carrera Mondraitz. Anabel Dominguez

Más de 1.800 socios

Cruz Roja Alto Deba cierra un año con la atención a 477 familias en situación de vulnerabilidad, 32 servicios preventivos, 29 intervenciones sanitarias y nueve activaciones de emergencia. Aunque estas son solo algunas de las cifras que arroja la labor con alma de voluntariado que distingue a esta organización humanitaria, que cuenta con el sostén de más de 1.800 socios y socias en la comarca.

Las y los voluntarios son la esencia de Cruz Roja. El sello de la casa. Igartua es uno de los rostros que simboliza este trabajo colectivo que actualmente agrupa a 90 personas activas “con un nivel de implicación que marca cada uno, pero con compromiso”, precisa el presidente del comité comarcal. Entregado y convencido, Javier echa una mirada a su entorno, a su familia, para agradecerle “el apoyo y comprensión” que le ha brindado en todo este tiempo, en el que en más de una ocasión ha tenido que levantarse en medio de una cena para atender una urgencia. Las personas cercanas son “un pilar fundamental” en el desarrollo de cualquier actividad solidaria, que este oñatiarra, miembro de Cruz Roja, desempeña desde hace 40 años.

La fuerza v. Uve de voluntariado; una letra que representa una colectividad, que ofrece su tiempo de manera desinteresada y sin ánimo de lucro. Un movimiento imparable al servicio de la ciudadanía, que en el caso de Cruz Roja Alto Deba busca abarcar aquellos huecos con necesidades sin cobertura humanitaria.