El día de Nochebuena de este año ha sido muy especial para la kiosquera zumarragarra María Jesús Elgarresta, pues ha sido su último día de trabajo. Su kiosco de la calle Piedad era un lugar en el que se hablaba de las noticias del mundo y del pueblo. El domingo la gran noticia y casi único tema de conversación fue la jubilación de la vendedora y repartidora de periódicos. Elgarresta recibió la enhorabuena y el agradecimiento de todos los que se acercaron a comprar la prensa.

Con el cierre de su kiosco se pone fin a una historia de más de 80 años: los años que la familia Elgarresta se ha dedicado a repartir y vender periódicos. El negocio lo montó su abuelo Rufino Elgarresta, en 1942. Era cartero y alguien de Renfe le ofreció repartir los periódicos a los domicilios. Todos los de casa han trabajado desde niños en ello.

En el caso de la tercera generación, la de María Jesús, son cinco hermanos. Cada uno acabó tomando su camino y fueron las dos chicas las que se quedaron con el negocio familiar: ella y su hermana Marijose. Esta última se jubiló a finales de 2019.

Cuando comenzaron a trabajar Marijose y María Jesús, hace algo más de 50 años, aún no tenían coche y tiraban de un carro. Su madre fue la primera que se sacó el carné de conducir. Cuando compró el primer coche, pudieron abarcar una zona más amplia de Urretxu y Zumarraga. Llegaron hasta la plaza de los Leturia y el barrio Aparicio. Empezaron con un Renault 4 y después tuvieron otro R-4, un Kangoo y un Megane. María Jesús se movía estos últimos años con un Ford Tourneo.

Los Elgarresta empezaron repartiendo periódicos y después abrieron varios kioscos. El primero lo abrió Rufino en lo que ahora es la plaza Areizaga-Kalebarren, junto al paso a nivel del tren del Urola. Los dos últimos han sido los de la calle Areizaga (se cerró cuando se jubiló Marijose y se derribó poco después) y el de la calle Piedad.