Cuando era niño corretear por la antigua estación de Oñati del Vasco-Navarro era algo habitual para Jabi Bujanda. La locomotora que aún permanece en pie como testigo mudo del extinto ferrocarril, despertó en él cierto interés y curiosidad que fue creciendo con el paso del tiempo. El traqueteo de los vagones, el hondo bramido del silbato anunciando la llegada del tren a su destino, el jefe de estación con el banderín en alto, el maquinista… Infinidad de escenas que, sin haberlas experimentado en primera persona, es capaz de reproducir mentalmente. “Siempre me he imaginado cómo sería Oñati si en estos momentos tuviera tren. Creo que mucho mejor en todos los sentidos, teniendo en cuenta que la mejora en el servicio de autobuses comarcal es una reivindicación histórica, que acentúa, aún más si cabe, la dependencia del coche”, considera este oñatiarra de 36 años, que ha dedicado su trabajo de fin de grado en Historia a poner en valor la que fuera una de las líneas férreas de vía métrica más importantes de la Península Ibérica.

El pasado 30 de septiembre se cumplió un siglo de la inauguración del ramal de San Prudencio hasta la villa oñatiarra. Cien años de la puesta en marcha de una infraestructura cuya estela pervive en el recuerdo de quienes viajaron en sus vagones. Bujanda reconoce que, en cierto modo, añora esa época que no ha vivido en sus propias carnes. “Quería abordar un tema relacionado con nuestro patrimonio y, al mismo tiempo, con gran apego entre la gente común. El tren cumplía con estas dos premisas”, relata el autor del proyecto La Historia inacabada del ferrocarril Vasco-Navarro: Un tren que no debió cerrarse.

Fue en la Nochevieja de 1967 cuando realizó su último viaje. 56 años más tarde, el Consejo de Gobierno del Ejecutivo vasco oficializaba el pasado 24 de octubre la declaración como Bien Cultural de Protección Especial, con la categoría de Conjunto Monumental, del ferrocarril Vasco-Navarro a su paso por Euskadi, incluyendo la estación de Oñati, reconvertida en oficina de Correos, entre los elementos protegidos. Una distinción que a Bujanda le provoca “gran satisfacción”.

Un poco de historia

Apasionado confeso de este tren de vía estrecha, Bujanda ha ahondado en su historia. “El trabajo pone el foco en el momento en que se empieza a gestar la obra en un despacho de Madrid, para pasar a su ejecución, el recorrido que tuvo el ferrocarril y el posterior cierre, que igualmente se decidió en un despacho”, cuenta este profesor oñatiarra, a la vez que recuerda que la vía ferroviaria tuvo una vida relativamente corta: 44 años de andadura en Oñati, el último municipio de Debagoiena en el que desembarcó el Vasco-Navarro.

El ferrocarril arribó en Bergara en 1919, tres décadas después de la puesta de largo del primer tramo entre Gasteiz y Leintz Gatzaga. En sus momentos de mayor esplendor llegó a sumar 140 kilómetros desde la localidad mahonera hasta Estella-Lizarra, pasando por la capital alavesa. Fue la línea de vía métrica de mayor longitud de su época y una de las primeras electrificadas, situándola “al mismo nivel que las mejores europeas”. Un tren de pasajeros y mercancías que sirvió para unir ilusiones y hacer negocios, y cuya clausura causó un hondo malestar en la comarca, sobre todo en Oñati, que vio en él un respiro a su secular aislamiento.

“Para el tiempo empleado y el desembolso realizado, la orden de su cierre llegó muy rápido”, se lamenta Bujanda, que ha dado forma a un trabajo que, por ahora, no ha pensado publicar, pero que no descarta poner al alcance de las personas interesadas en la biblioteca oñatiarra y la Oficina de Turismo.

El tren abrió las comunicaciones. Sin embargo, tras la Guerra Civil –durante la cual se completó la electrificación– y la dura posguerra, con la paulatina proliferación de coches particulares y otros factores, el Vasco-Navarro fue convirtiéndose poco a poco en una reliquia del pasado cada vez menos rentable desde el punto de vista económico y social. “Con su cierre se inició el grave problema del transporte público en la comarca y, en especial, en Oñati. Poca frecuencia horaria, transbordos… situaciones que en la década de los sesenta del siglo pasado estaban solucionadas con el ferrocarril, son comunes hoy en día. El volumen de mercancías y pasajeros que movía el tren fue absorbido por otros sectores de automoción: las empresas de autobuses para transportar a los viajeros, y los camiones para mercancías”, recalca Bujanda, antes de incidir en que las razones que se esgrimieron para poner punto y final al tren “no estaban fundamentadas en el parámetro de mejorar la movilidad en la zona como se ha demostrado con el tiempo”.

El transporte público en la comarca, reducido al servicio de autobuses, es “una asignatura pendiente” que ha llevado a este profesor oñatiarra a lanzar su propia propuesta de futuro, basada en la construcción de un tranvía (un proyecto del que se habló mucho en su momento pero que no vio la luz) “moderno y sostenible energéticamente, que discurriría por el antiguo espacio que ocupaban las vías del tren, compatible con la actual vía verde y gestionado por la Mancomunidad de Debagoiena”.

Y en todo este relato, Bujanda tampoco pasa por alto al descuidado estado de uno de los pocos vestigios que quedan del Vasco-Navarro en Oñati: la locomotora que desde 1973 rinde tributo al ferrocarril en la antigua estación. Este oñatiarra se une a las voces de muchos nostálgicos del tren, defensores del patrimonio histórico-cultural y usuarios del parque infantil de Correos, que llevan tiempo esperando la restauración de la popularmente conocida como la chocolatera.

Centenario

No quiere despedir el 2023 sin recordar a esta vía ferroviaria que situó a Oñati en el mapa del transporte. Una exposición, que tiene que cerrar fecha, una charla a cargo del director del Museo Vasco del Ferrocarril, Juanjo Olaizola, el 12 de diciembre, y para ese mes también un recorrido por la huella del Vasco-Navarro son algunas de las actividades que se planean con la colaboración del Consistorio. El ilustrador y diseñador gráfico Jabier Erostarbe se ha sumado a la efemérides con el diseño de un sello y una postal que están a la venta en la Oficina de Turismo.

La fascinación de Bujanda por el ferrocarril ha hecho que le rinda su particular homenaje, contribuyendo, de alguna manera, a que sobreviva, en este caso en un documento escrito que deja constancia del ya declarado Bien Cultural.