Donostiarra afincada en Irun, Cilla ha sido desde niña una apasionada de la naturaleza. “De pequeña recolectaba flores silvestres y las convertía en pócimas a las que llamaba colonia”, recuerda. Su inquietud por este mundo siempre ha estado en su interior, y aunque sus estudios universitarios no guardaran relación con el mismo, durante su etapa profesional terminó compaginando el trabajo con formaciones en plantas medicinales, aromaterapia y cosmética natural, en las que, tal como ella misma relata, descubrió “un mundo mágico” que le cautivó.

Los viajes a África fueron nutriendo sus conocimientos y aprendió de las mujeres locales los usos y beneficios de sus materias primas. Por ejemplo, cuenta que en Madagascar se fijaba mucho en cómo se cuidaban las mujeres la piel. “Iban con sus mascarillas por la calle y un día decidí preguntarles”. Descubrió así el ylang ylang, una aceite esencial que está presente en muchos productos para el pelo y la piel, o el aceite de marula, un árbol cuyos frutos son muy apreciados por los elefantes, que recorren cientos de kilómetros para saborearlos.

Un buen día de 2018 Esther aterrizó junto a su familia en el Masai Mara, en el campamento de Jorge Alesanco y Mariola Liberal, creadores de la serie televisiva El Rey de la Sabana. “Charlando en una ocasión, ella me contó que no podía utilizar ninguna crema, porque todas le irritaban los ojos, así que le di una que había hecho yo para que la probara. Pero el asunto quedó ahí”. Hasta que en 2020 volvieron al mismo lugar. “Entonces Mariola me explicó lo bien que le había sentado mi crema”, explica. “Conversando con ella me dijo que se veía que me gustaba lo que hacía y que tenía un producto muy bueno, así que me animó a comercializarlo. Esas palabras, en ese lugar tan especial para mí, fueron el empujón que necesitaba para darme cuenta de que esa era realmente mi pasión y atreverme a lanzarme a la aventura de convertirla en mi profesión”.

Surgía así, a orillas del río Mara, la marca de cosmética natural Pole Pole Biocosmetics, en la que Esther comenzó a trabajar nada más regresar a Irun. “Enseguida empecé a contactar con proveedores y a darle forma al proyecto”.

El nombre lo tuvo claro desde el principio. Pole Pole, que en swahili significa poco a poco, todo llega, pretende reflejar la filosofía de la marca, basada en la necesidad de bajar de vez en cuando el ritmo de vida acelerado al que estamos acostumbrados y dedicar un rato a nuestro propio cuidado. “Esos momentos que son para ti, para cuidarte, que bastante caña nos metemos durante el día”, cuenta.

Pole Pole también pretende reflejar la forma de elaborar los productos, puesto que en el laboratorio es Esther quien se encarga de todo, creando cada crema de forma artesanal y sostenible. “Cada vez que me meto en la sala blanca todo va muy despacio, con las manos, no hay nada industrial…”. En este espacio la donostiarra trabaja cuidadosamente con materias primas ecológicas, provenientes tanto de plantas milenarias africanas, como el baobab, el aceite de argán o la crema de karité, y de otras de cercanía, como la lavanda, el aloe vera y el albaricoque. Mezclándolas ha logrado crear soluciones para todo tipo de pieles, en forma de cremas y aceites faciales y corporales.

Emprender, un proceso duro

Si echa la vista atrás, Esther reconoce que el proceso de crear la marca ha sido bonito, pero también muy duro. “Emprender sola es muy difícil”, asegura. “Las ayudas son mínimas, hay mucho papeleo que hacer y a menudo te encuentras con muchas trabas. Tienes que tener un motor muy fuerte que te ayude a seguir”. En su caso, la fuerza se la ha dado la certeza de contar con un buen producto que podía ayudar a la gente. “Confío mucho en lo que hago, pero ha habido momentos de mucha frustración”, confiesa.

No obstante, el trabajo y la dedicación han dado sus frutos, y Pole Pole Biocosmetics no solo cuenta ya con una clientela amplia, sino que además ha llegado hasta el cine. Lo ha hecho de la mano de Ainhoa Eskisabel, ganadora de un Goya al mejor Maquillaje por la película Handia. “La conocía desde hacía años, pero nos reencontramos gracias a una entrevista que me hicieron”, explica Cilla. Tras probar estos productos de cosmética natural, Eskisabel comenzó a utilizarlos en su trabajo, por lo que Pole Pole ha estado presente en los rodajes de películas como 20.000 especies de abejas, Las buenas compañías o Un amor, con la que Isabel Coixet competirá por la Concha de Oro en el próximo Zinemaldia.

“Es una pasada, una de las mejores cosas que me han ocurrido con Pole Pole. Gracias a Ainhoa actrices como Itziar Ituño o Pilar López Arnaiz se han convertido en clientas”, explica.

Retos y sueños

Mirando al futuro, la emprendedora donostiarra cuenta que le gustaría que Pole Pole siga creciendo, principalmente en lo que a distribución se refiere. Por el momento, sus cremas y aceites faciales y corporales pueden adquirirse tanto en la página web www.polepolebiocosmetics.com, como en diversas herboristerías irundarras, además de en su local del número 2 de la calle Hendaia, donde Esther suele estar por las mañanas.

“Voy a intentar que mis productos se puedan adquirir en más comercios, sobre todo en Donostia y, por supuesto, me gustaría que Pole Pole siga estando presente en los rodajes de cine”.

Lo que tiene claro es que continuará destinando parte de las ventas de sus productos a la fundación “Save the Lion Masai Mara”. El objetivo de la entidad es proteger a los últimos leones salvajes de la sabana africana, resolviendo el conflicto con los masais, que acostumbran a acabar con los animales cuando estos atacan a su ganado.