Detrás de cada inmigrante hay una historia que merece ser contada. La del senegalés Papa Lo es la de un joven que ha luchado, ha tenido un poco de suerte y quiere ayudar a los que no han tenido tanta suerte como él.

Lo llegó hace algo más de diez años a Euskadi. “Logre un visado a través de mi tío, que vive en Bilbao. Trabajaba vendiendo en la calle y en 2010 vine a fiestas de Zumarraga. Conocí a la urretxuarra Begoña Aseginolaza y me preguntó a ver dónde iba a dormir. Le dije que iba a dormir en la calle y me ofreció ir a su casa. Dormí en su casa durante todas las fiestas”.

Cuando volvió a Bilbao, su tío no daba crédito a lo que le estaba contando. “Le dije que había dormido en la casa de una familia vasca y no me creyó. Cogimos el coche de mi tío, vinimos a Urretxu y le presenté a Begoña. Ella me siguió ayudando. Como trabajaba aquí, me ayudó a buscar un piso. Me adelantaba el dinero del alquiler y me ayudó a conseguir los papeles. Cuando lo logré, comencé a trabajar en la tapicería Guillermo. Desde 2014, trabajo allí”.

Ha conseguido su sueño. “Mi padre también fue emigrante. No le conocí. Murió en Francia, en 1999. Yo no quería vivir como mi padre. Quería vivir con mi mujer y mis hijos, y lo he logrado. En cuanto conseguí los papeles, traje a mi mujer. Mis hijos estudian en el colegio Gainzuri y en el futuro podrán ser médicos o alcaldes”.

Está muy agradecido a los vecinos de Urretxu y Zumarraga. “Me ha ayudado mucha gente. No me puedo quejar. Yo he dejado de ser pobre, pero muchos compatriotas míos viven en la pobreza. La diferencia entre el hospital de mi pueblo y el de Zumarraga es abismal. Begoña es médica y estuvimos visitando el hospital de mi pueblo. Vimos las necesidades que tiene y vamos a mandar allí todo lo que aquí se ha dejado de utilizar. Los del hospital me han ayudado mucho, pues todos los años hago de Baltasar para los niños del hospital. El Ayuntamiento de Zumarraga nos ha cedido un lugar para guardar el material y nos va a dar ayuda económica para hacer el envío. En estos dos pueblos se ayuda mucho a los inmigrantes. Durante la pandemia, Cruz Roja me dio comida para repartirla entre los senegaleses y se les dieron permisos para vender en la calle”.