La Iglesia de Nuestra Señora de la Asunción de Beasain se encuentra sumergida en unas obras de urgencia; y es que, hace un año que se desprendió del retablo del altar mayor una pequeña pieza, la cual resultó estar infestada por xilófagos. Tras varios estudios y diagnósticos, se detectó la patología en más zonas del altar mayor, así como en gran parte de la iglesia. Es por ello, que desde hace ocho días se están llevando a cabo las labores necesarias para devolver al retablo las condiciones de estabilidad y seguridad, que garanticen su conservación y su futuro a largo plazo.

La pintura mural renacentista descubierta el viernes. | FOTO: IÑAKI ERAUSKIN

El proyecto se limita a una intervención en la estructura del retablo y un tratamiento adecuado a la madera del mismo. Solo se restaurarán los elementos decorativos si se considera necesario para los trabajos de desmontaje y de montaje definitivo.

Para eliminar los insectos xilófagos de la iglesia, los materiales desmontados se introducirán en una burbuja de anoxia, con gases inertes. De esta manera, se eliminará el oxígeno de las piezas, ya que los organismos lo necesitan para vivir. Asimismo, se someterá a tratamiento a base de impregnación y microinyección de gel antixilófagos al resto de la madera de la iglesia.

En cuanto a los ocho lienzos del retablo, una vez que abandonen la burbuja de anoxia, serán sometidos a limpieza, eliminación de deformaciones y consolidación del soporte.

En todo este proceso, la Diputación Foral de Gipuzkoa está teniendo un papel importante: financiará gran parte del proyecto y realizará un seguimiento técnico minucioso de las obras. Estas labores cuentan con un presupuesto de 199.875,74 euros y se estima que la duración de las mismas sea de cuatro meses.

Una gran sorpresa

Para la sorpresa y agrado de todos, el pasado 15 de julio, viernes, se descubrió una pintura mural renacentista en la cabecera de la iglesia, pintado con pincel, tras el desmontaje del lienzo del Calvario, en la zona del ático; se trata del retablo original. Se cree que fue pintado en el año 1555 por el navarro Juan Pérez de Landa, según explica el licenciado en Geografía e Historia por la Universidad de Navarra y doctor en Historia del Arte, Pedro Luis Echeverría Goñi, en su trabajo Contribución del País Vasco a las artes pictóricas del Renacimiento: la pinceladura norteña.

Según el contrato del 9 de noviembre del año 1955, Pérez de Landa se comprometió a elaborar ocho historias de la Pasión (Entrada en Jerusalén, Oración del Huerto, Prendimiento, Quinta Angustia y Crucifixión). En la parte inferior iría un friso labrado a la romana en campo colorado.

El actual retablo, en cambio, fue construido en el año 1671 por Juan de Urrusualde y Echeverría. Se trata de un modelo de retablo madrileño. Este ha sufrido varias modificaciones a lo largo de los años, la última en el siglo XX. Se intervinieron los anclajes de la base del cuerpo y del ático en los años ochenta.