abedores de su fidelidad y de la compañía que ofrecen, cada vez son más personas las que se animan a adquirir un perro. Sin embargo, no todos los propietarios de los canes están capacitados para asumir la responsabilidad que conlleva hacerse con una mascota. No se trata simplemente de alimentarlas, llevarlas al veterinario cuando corresponde y pasear con ellas.

Entre otras obligaciones, los propietarios de los perros también tienen que recoger las heces de sus animales cuando las depositan en el entramado urbano y llevarles bien atados. Y no solo cuando transitan por la calle entre personas de todas las edades; también cuando salen a pasear por entornos naturales en los que hay presencia de ganado.

De no hacerlo, el riesgo de que los perros que andan sueltos acaben provocando desagradables incidentes es muy elevado y eso es algo que, por desgracia, saben muy bien los baserritarras que utilizan las faldas de la paradisíaca sierra de Izarraitz para el pasto de sus ovejas, cabras, vacas, potros o caballos.

A finales del pasado mes de julio el Ayuntamiento de Azpeitia dio cuenta de la muerte de un carnero y de un potro como consecuencia de los ataques sufridos por perros que andaban sueltos por el citado macizo montañoso, al mismo tiempo que solicitó a los propietarios de los canes que lleven a sus animales atados cuando salgan a pasear por cualquiera de los muchos senderos que llevan a las cimas del cordal; caso de Azketa, Xoxote, Erlo o Kakute.

A pesar de ese llamamiento, este periódico puede confirmar que se han vuelto a producir nuevos ataques de perros a algunos ejemplares de ganado que pastan en la ladera de Izarraitz que da hacia Azkoitia y Azpeitia; una circunstancia que está colmando la paciencia de los propios baserritarras; impotentes ante un problema que solo se solucionará cuando las personas que llevan a los perros sin atar realicen un ejercicio de empatía para con quienes, lejos de acudir al entorno natural exclusivamente para disfrutar de su ocio, se encargan de cuidarlo porque forma parte de su modo de vida.

Aunque hay carteles que indican la prohibición de que los perros anden sueltos por el macizo de Izarraitz, los baserritarras que durante la época estival tienen a su ganado en las faldas de esta sierra lamentan que “muchos no hacen caso; dicen que sus perros no hacen nada pero atemorizan al ganado y alguna vez les atacan”, explica un baserritarra que prefiere permanecer en el anonimato “para no generar más polémicas”.

Solo pide “que quien salga al monte a pasear con su perro lo lleve atado” y recuerda que trabajar con el ganado es “nuestro modo de vida”. Por ello, asegura que le resulta “muy doloroso” ver a alguno de sus animales herido o muerto tras haber sido atacado por un perro.