a limpieza de las calles de Donostia tiene que seguir independientemente de la epidemia de coronavirus, aunque la situación ha cambiado algunas de las tareas de los operarios. Trabajan las mismas 190 personas, en turnos de mañana, tarde y noche, pero deben esmerarse en nuevos cometidos para tener bien desinfectados los puntos delicados. Además, no se pueden olvidar del correspondiente traje de protección, gafas, guantes y mascarillas.

A los trabajos habituales de barrer las aceras y las calzadas, así como repasar los rincones, se ha añadido la necesaria desinfección de algunos puntos, tanto a mano como arrojando agua mezclada con pastillas de hipoclorito. “Se echa una de estas pastillas -que no manchan la ropa, como pasa con la lejía- por cada mil litros de agua y las baldeadoras de aceras se dirigen a lugares donde hay más gente, como los exteriores de las tiendas de comestibles, de las farmacias o de la Casa de Socorro de la calle Bengoetxea”, explica Tomi Corral, el responsable de limpieza de FCC en Donostia. Según señala, el planning de trabajo de la limpieza viaria de Donostia solo se diferencia durante el estado de alarma por el COVID-19 en la necesidad de incrementar la desinfección. “Pero se limpia todo, también los paseos que están cerrados ahora”, añade. Además de aprovechar las baldeadoras para desinfectar las aceras, los operarios están obligados a repasar a mano algunos elementos que podrían ser focos de contagios, como las manetas de los contenedores, los pasamanos, las papeleras o los baños públicos de plaza de la Trinidad, que son los únicos que funcionan en la actualidad ya que los demás están cerrados. Tanto los trabajadores de la limpieza como policías y ertzainas tienen que usar estos retretes cuando trabajan en el centro de la ciudad.

Los ascensores públicos son otros de los espacios en los que los limpiadores tienen que esmerarse estos días. Son 21 elevadores en total y, en vez de limpiarlos dos veces al día, como en circunstancias habituales, ahora se desinfectan cuatro veces por jornada, incluidos los fines de semana.

Pero si, por un lado, los operarios de limpieza viaria se han encontrado con que su tarea es ahora más importante que nunca, y requiere concentrarse en determinados aspectos, la ausencia de tráfico ha permitido que algunos trabajos que van siendo relegados en el día a día se acometan con mucha rapidez y mayor facilidad. “Hemos hecho limpieza general en algunos puntos. Por ejemplo, hemos pistoleado con agua a presión el bordillo de la calzada del paseo de los Fueros, Árbol de Gernika y paseo de Bizkaia y hemos quitado todo el verdín que había”, explica Corral, que añade: “En un par de mañanas hemos finalizado lo que en otro momento hubiéramos tardado dos semanas porque lo hubiéramos tenido que hacer a poquitos”. La situación de alerta sanitaria también ha permitido acabar con el resbaladizo musgo de la subida de Igeldo o del de la calle San Roque en poco tiempo.

Los barrenderos que trabajan a mano, con la escoba clásica o en sus triciclos, un total de una treintena, también se están deteniendo estos días en trabajos que no pueden hacer en otros momentos porque la calle acoge demasiada gente. La limpieza cuidadosa de los sumideros y rejillas, retirando a mano las hojas y suciedad que sobresale, es una tarea que habitualmente no tienen tiempo de hacer. Lo mismo pasa con los alcorques de los árboles, que reciben un tratamiento especial en estos días de confinamiento.

Por lo demás, las máquinas fregadoras, esas que cuando pasan cambiar de negro a blanco el color de las baldosas, siguen trabajando, como siempre, ya que recorren todas las calles una vez al año. Tres de estas máquinas se reparten la ciudad a diario.

Estos días, por ejemplo, se centran en el barrio de Bidebieta La Paz. Por sus aceras pasan las máquinas mágicas y en los lugares en los que no caben, por sus dimensiones, los operarios echan mano de las denominadas cúpulas, que hacen la misma función, pero en espacios reducidos.

“Hemos quitado todo el verdín del paseo de los Fueros en dos mañanas y, en situación normal, hubiéramos tardado dos semanas”