La decisión del PSOE y Sumar de reducir los vuelos que tengan alternativa ferroviaria inferior a las dos horas y media no solo es que no vaya a afectar a Euskal Herria, sino que ha puesto sobre la mesa situaciones absurdas que dejan en evidencia lo mucho que queda por hacer en materia ferroviaria entre las capitales vascas. Sin vuelos regulares internos por razones más que lógicas, ¿qué pasa con el tren?

Basta entrar en la web de Renfe y en la de cualquier buscador de vuelos para comprobar que volar desde el aeropuerto de Hondarribia hasta Noain con escala en Madrid es más rápido que coger un tren desde la estación más próxima, la de Irun, hasta Pamplona, al menos si no nos importa el precio. Por el aire y con una escala en Barajas se puede llegar a cubrir en 3 horas 30 minutos, mientras que por ferrocarril se estiman necesarias 4 horas y 5 minutos de viaje, tras hacer escala en Vitoria.

Desde la capital guipuzcoana la mayoría de días existe la opción de un tren a las 7.50 horas que, parando solo en Zumarraga y Altsasu, llega sin necesidad de transbordo a la navarra, 1 hora y 50 minutos para completar 82 kilómetros de trayecto.

Otra conexión como la de entre Bilbao y la Pamplona no está exenta de complicaciones: una jornada normal puede haber hasta tres combinaciones aéreas que precisan de dos vuelos que en total suman entre las 3 horas y 25 minutos, y las 4 horas y 10 minutos. El trayecto en tren, que también exige realizar una escala intermedia, rara vez baja de las 4 horas y 12 minutos.

La conexión que sí se salva es la de entre Vitoria y Pamplona, en el corredor Barcelona-Vigo. A diferencia del resto, cuenta con hasta seis conexiones diarias entre 56 minutos y la 1 hora y 5 minutos.