A partir de 1947 Jaime Ocariz, propietario de un taller ubicado en Tolosa, se dedicó a fabricar motos en pequeñas series, y de una de estas iniciativas vio la luz el velomotor Lanch 74. Este vehículo de dos ruedas comparte desde ayer protagonismo con otros modelos clásicos, que en épocas pasadas surcaron calles y carreteras que unen distintos puntos de la geografía.
La cita, en forma de exposición, tiene lugar en la sala Aroztegi de Bergara, que hasta el próximo día 21 se transforma en un escaparate que muestra al público “una colección de motos y velomotores fabricados en Euskadi, básicamente después de la Guerra Civil española hasta los años 80 del siglo XX”, explican los promotores de este proyecto, a la vez que ensalzan “la extraordinaria labor” de aquellas personas que, “tomando el trabajo como valor clave, desarrollaron esa ingente tarea de diseño, fabricación y comercialización de todos estos modelos de uno u otro tipo”.
Derlan MSK-96, Echasa 65, Guzzi Hispania 65, FN Herstal (1946) con suspensión total, Lube D25… son algunas de las marcas que, aunque en silencio, rugen en la sala de la calle Barrenkale gracias a quienes conservan estas joyas del motor, entre ellos los bergareses Miguel y Agustín Lazpiur. La exposición se adereza con imágenes del taller mecánico de la fábrica Lambretta de Eibar, del trabajo (tertulia) en el garaje de reparación de motos Altuna, o del piloto bergarés Ángel Bideluze controlando un derrapaje con su Honda 500 durante una subida a Gorla. En definitiva, un viaje sobre dos ruedas que recrea el romance y la innovación que palpitaba en otros tiempos.