Su paso por el Gobierno de Navarra, la empresa Construcciones Galdiano y el Ayuntamiento de Bilbao, donde cumplió con la tarea de poner en marcha Bilbobus, le sirvieron para ir curtiendo su experiencia en el terreno laboral. Juan Antonio Urdangarin aterrizó en el Consistorio de Arrasate con 27 años para dirigir el departamento de Urbanismo, que en los últimos años ha agrupado también las áreas de Medio Ambiente y Movilidad. Recientemente prejubilado, este zarauztarra, ingeniero de Caminos, Canales y Puertos, en la especialidad de Transporte y Urbanismo, ha sido testigo, a la vez que agente activo, de la transformación urbanística que ha vivido la localidad cerrajera desde la década de los 80 del siglo pasado hasta la actualidad.

En un primer vistazo, ¿qué cambios ha vivido Arrasate en estos 34 años?

Lo más palpable es que en aquellos primeros años los espacios públicos eran exclusivamente para el coche y, poco a poco, con mucho esfuerzo y no pocas reticencias, se está logrando darle la vuelta. Arrasate antes era un gran aparcamiento y el ejemplo más claro lo teníamos en la calle Zerkaosteta, de una sola dirección con estacionamiento a la izquierda y derecha. La batalla no está ganada, aún queda mucho por hacer. Una gran asignatura pendiente es la calle Otalora. En cuanto a la edificación y transformación urbana, la evolución ha sido natural. Las zonas que anteriormente las ocupaban las industrias (Zerrajera, Kontzezino, los viejos talleres de Uarkape…) han dado paso a espacios residenciales. El Arrasate actual es menos oscuro, fruto del proceso de regeneración que ha vivido.

¿Cuál diría que es el proyecto más potente ejecutado en este tiempo?

Kulturate, el frontón Uarkape, la transformación de Biteri… Pero, sin duda, la segunda fase de Kontzezino, que con el derribo de los viejos talleres permitió unir el barrio de San Andrés con la zona centro.

¿Qué criterios se han seguido en la construcción de viviendas?

En la década de los 60-70 del siglo pasado, con el boom del crecimiento, se edificó por inercia, en las laderas; es el caso de Gorostiza, Santa Marina, Erguin, José Luis Iñarra… Se fue ocupando terreno natural y antropizándolo. Después llegó un cambio de paradigma para no ocupar más suelo, algo que requiere más trabajo y horas de negociaciones, pero el resultado ha sido mejor para el medio ambiente y la calidad urbana. Esas zonas oscuras se fueron sustituyendo por espacios residenciales de calidad.

¿Y en hacer una oferta residencial accesible para la ciudadanía?

Ayuntamientos del nivel de Arrasate no tienen mucho margen de maniobra en la política de vivienda, pero sí pueden aplicar al máximo las herramientas legales que en cada momento permitan trabajar en esta línea. Negociar con el Gobierno Vasco y Visesa para que adquieran suelo y ampliar así el parque de VPO; eso es lo que se hizo en Gelma, Zerrajera, Larrea… Hubo unos años en los que Arrasate no tuvo suelo residencial suficiente y se produjo una cierta migración hacia Eskoriatza y, sobre todo, Bergara. Ahora sí que lo hay, y con el nuevo Plan General de Ordenación Urbana (PGOU) habrá que pensar en nuevas reservas para atender la demanda, sin invasiones.

Los bidegorris. La red avanza, pero todavía queda mucho por hacer.

El uso de la bicicleta está indudablemente unido a la existencia de infraestructuras y, a su vez, es cuestión de cultura. Cuando era niño desde la ventana de casa, en Zarautz, todos los días a las 12.30 horas, la escena que presenciaba parecía una manifestación de bicicletas de la gente que salía de trabajar. Las mujeres que no vivían cerca del centro iban a la compra en este medio de transporte. En Arrasate hay que generar esta cultura y, para ello, hay que construir infraestructuras. El siguiente tramo, que tiene que llegar ya, es el de Gipuzkoa Etorbidea para unir Musakola con el centro. Otalora es otro ámbito pendiente.

¿Los barrios son los eternos olvidados?

El primer reto en los barrios fue la mejora de la accesibilidad vertical, y en ese sentido se ha trabajado desde que hace más de diez años se inaugurara el ascensor del Ferial. Creo que es la inversión con mayor rentabilidad social que se ha acometido en el tiempo en el que he estado en el Ayuntamiento. Luego llegaron los elevadores de Makatzena, Erguin y, en estos momentos, se están ejecutando los de Santa Teresa, cuyo proyecto de reurbanización también se va a revisar. Hay barrios como Musakola donde los vecinos han dado el paso de rehabilitar los edificios y la mejora urbana es notable. Ahora se debería hacer una reflexión en torno al crecimiento endógeno y buscar las fórmulas de oportunidad de vivienda para que la gente joven se quede en este barrio. El ámbito de San Isidro, con un parking del siglo pasado, es una opción. Los partidos políticos conocen el proyecto que hemos trabajado en Urbanismo; por ahora no ha cuajado.

¿Y el Casco Histórico?

El Casco Histórico medieval de Arrasate es uno de los mejores en cuanto a conservación. Sin embargo, empieza a haber síntomas de degradación. En los años 90 se logró darle la vuelta con las intervenciones de rehabilitación llevadas a cabo. Actualmente hay dos edificios vacíos en Erdiko kale, cuyos propietarios se encuentran con la problemática de que los promotores no están por la labor de edificar nueva vivienda porque no les renta. El Consistorio no es promotor, aunque, tal vez, debería actuar de intermediario y hacer viable la operación. Adquirir el edificio y sacarlo a subasta para que un promotor pequeño lo compre y construya.

Desde algunos sectores se ha denunciado la poca sensibilidad que se ha mostrado hacia el patrimonio local. El último ejemplo lo hemos tenido este verano con el derribo del puente de Uribe. ¿Qué opina al respecto?

No todo lo viejo es patrimonio. Para eso están los catálogos, que marcan qué tiene valor y qué no lo tiene. Hay que hacer una reflexión global, y si los especialistas se reúnen y deciden qué es lo verdaderamente antiguo y valioso, y qué es viejo e inadecuado, sigamos todos las mismas reglas del juego sin enredar.

La futura estación de autobuses deberá acordarse en la próxima legislatura con el nuevo PGOU.

Su ubicación provisional en Zalduspe ha generado un debate de calado, que debe ser bien planteado, no político y con un consenso amplio. Zalduspe no deja de ser un lugar de oportunidad; una importante parte del suelo es de titularidad municipal y las actuaciones que se acometan revertirán en las arcas locales. La reticencia que despertó al inicio el traslado de la parada parece que se está superando.

"¿Por qué las oficinas centrales de Lanbide no pueden estar en Arrasate? Ahí dejo la pregunta como ejemplo"

La OTA ha generado una gran controversia. ¿Tenía que llegar?

Sí. Y, además, ha llegado demasiado tarde. Muchos municipios de menor tamaño ya la tenían implantada. La OTA se ha traducido en que hay espacio para aparcar, la intensidad del tráfico buscando una plaza libre se ha reducido, se percibe menos ruido… ¿Es mejorable? Por supuesto. Habrá que atender los problemas puntuales y continuar introduciendo correcciones en los próximos años para que la movilidad sea eficiente.

¿Cuáles son los retos del urbanismo del siglo XXI?

Yo diría que dos. Por un lado, tratar de preservar el medio natural de forma equilibrada, en la convivencia del ser humano y otras especies. Hay que seguir por este camino y no retroceder como se ha hecho en los últimos tiempos. Y, por otro, la superpoblación, unida a tres ejes fundamentales: la alimentación, la energía y el agua. Este último no parece que esté todavía causando muchos estragos, pero va a ser un elemento importante.

¿Cómo valora la ordenación del territorio en Euskadi?

En toda su amplitud observo un proceso de centralización policéntrica, valga la redundancia, acelerada. La población se concentra en el Gran Bilbao, Donostialdea, en el municipio de Gasteiz, en la comarca de Pamplona, y en el eje Baiona-Anglet-Biarritz (BAB). Cuando se hicieron las primeras dos Directrices de Ordenación Territorial de la CAV, a finales del siglo XX, se planteó como modelo ideal el guipuzcoano, con muchos centros con cierto peso. Se ha hecho todo lo contrario, engordar las capitales, y esto no es bueno si se quiere lograr un desarrollo equilibrado de nuestro territorio. Las instituciones comunes y forales, que para mí han ayudado a esta práctica equivocada, deberían coger este reto y revertir la situación. ¿Por qué las oficinas centrales de Lanbide no pueden estar en Arrasate? Ahí dejo la pregunta como ejemplo.

Por último. Le sucede en el cargo el beasaindarra Aitor Jauregi. ¿Qué consejos le ha dado?

Mucha paciencia, mucho trabajo y que se apoye en el buenísimo equipo que va a tener a su lado.