ergara recuperó ayer su estampa típica del sábado que precede a la Semana Santa. Vacas, ponis, ovejas, artesanía, repostería, embutidos, cremas y ungüentos... Las céntricas calles de la villa mahonera se transformaron en un gigantesco mercado que sació, en buena parte, las ganas de feria de bergareses y visitantes, tras el parón de dos años provocado por la pandemia. Erramu Zapatuko feria volvió a brillar por sí sola. Y eso que la lluvia amenazó con aguar los paseos por el patio del Real Seminario, Ibargarai, Oxirondo y la plaza San Martín, que se fueron llenando de gente a medida que en el cielo se abrían claros.

En el escenario de San Martín los trabajos hechos a mano cobraron protagonismo a través de más de una treintena de expositores. Todo un escaparate de creatividad y destreza en el que también tuvieron su espacio los colectivos locales.

Ibargarai, por su parte, volvió a ser el punto de encuentro de las reses pirenaicas y otras razas que, en un número más reducido que en otras ocasiones, posaban indiferentes a los comentarios expertos de baserritarras y la mirada de asombro de los más pequeños.

Pintxos de pollo y cerdo Basatxerri, y talos engrosaron la oferta gastronómica en esta cita con alma de fiesta. No faltó la nota de color de las y los dantzaris, mientras que los trikitilaris se encargaban de poner la banda sonora a la jornada.