tribuida inexplicablemente al yacimiento arqueológico de Segóbriga, de cuya colección estable forma parte desde 1974, la estela votiva romana que pertenece a la ermita de San Valerio del barrio de Meatzerreka de Arrasate podría emprender su viaje de regreso a casa. Eso es lo que se desprende de la respuesta que ha dado el diputado de Cultura, Cooperación, Juventud y Deportes, Harkaitz Millán, tras ser interpelado recientemente sobre si el ente foral está mediando para que la citada inscripción, que algunos expertos la califican como la más interesante de las pocas de la época halladas en Gipuzkoa, sea devuelta de Cuenca a su lugar de origen.
“Parece que en esta ocasión las gestiones avanzan por buen camino, y que a la mayor brevedad se pueda recuperar la pieza”, señala Millán en su contestación por escrito a las preguntas formuladas por el portavoz del PP en las Juntas Generales de Gipuzkoa, Juan Carlos Cano.
Tras algunos intentos frustrados con anterioridad, hace unos meses, tal y como relata Millán, los responsables del museo Oiasso de Irun “consideraron oportuno ampliar la exposición permanente, reuniendo la colección epigráfica de Gipuzkoa a través de réplicas”. “Esta iniciativa fue consultada ante la Diputación y con ese motivo se iniciaron nuevamente las gestiones ante los museos de Segóbriga y Cuenca (el primero es un centro de interpretación filial del provincial de la capital conquense). En esta ocasión, la directora de este último solicitó formalmente al Museo Arqueológico Nacional de Madrid (MAN) la realización del trámite de levantamiento del depósito de la inscripción de Dialco, procedente de Arrasate y depositada en Segóbriga. Según nos han trasladado, el MAN ha respondido favorablemente el pasado 14 de febrero”, explica el diputado de Cultura. Lo que no se indica, o se desconoce por el momento, es si la milenaria estela votiva retornará a Arrasate o a un museo guipuzcoano.
valerius tirio y dialco
No fue hasta 2010, a raíz del artículo que el catedrático de Historia Antigua de la Universidad de Alicante, Juan Manuel Abascal, publicó en la revista Archivo español de arqueología, cuando se empezó a sacar del olvido el origen de esta sensacional piedra, que lleva tallada la frase Valerius Tirio Dialco votum libens merito. “Se trata de una inscripción votiva a un dios llamado Dialco”, contaba el pasado noviembre el historiador navarro Jokin Lantz en el ciclo de conferencias que organiza Arrasate Zientzia Elkartea.
Este tipo de inscripciones eran “muy comunes; se hacían para dar las gracias a divinidades o pedirles un favor. En este caso, Valerio Tirio le habría pedido algo a Dialco que se habría cumplido y le brinda esta inscripción”, añadió Lantz.
Las primeras referencias escritas de la estela votiva romana de Meatzerreka se encuentran en los textos del historiador y cronista real del siglo XVI Esteban de Garibay, que apuntan que hacia 1500 el obispo de Calahorra, Juan de Ortega, se desplazó hasta Mondragón para comprobar si la tradición entre sus vecinos de dar culto a San Valerio -acudían hasta la citada ermita a realizar ritos que aliviaban el dolor de cabeza-, “tenía que ver con la existencia de reliquias o con el lugar de enterramiento” del que fuera obispo de Zaragoza, recoge Abascal en su artículo.
Aquella devoción despertó sospechas. “José de Ávila, vicario de las monjas Agustinas, denunció a la Inquisición de Navarra que en Mondragón se daba culto a una piedra dedicada por los gentiles al dios Decalgos”, detalla Abascal. En los albores del siglo XVIII fue retirada de la ermita y enterrada.
Tuvieron que pasar, sin embargo, varios años hasta que el erudito José Vargas Ponce, sabedor de su existencia, la rescatara de su escondite bajo tierra y transportara en 1804 hasta Madrid en una maleta. Llevó la estela a la Real Academia de la Historia, donde permaneció hasta que en 1907 fue trasladada al Museo Arqueológico Nacional.
en segóbriga
En algún momento a partir de entonces se produjo, al parecer, un error en el etiquetado de su procedencia y la estela de Arrasate terminó atribuida al yacimiento de Segóbriga del municipio conquense de Saelices. En su museo permanece desde su inauguración hace 48 años, con la inscripción CIL II 4977.
La intrincada historia de la inscripción romana de San Valerio se rodea de episodios de hallazgo, conservación y sucesivos traslados. Ahora, los 500 kilómetros que la separan de su lugar de procedencia podrían superarse si prosperan las gestiones para su devolución. Parece lógico pensar que sea el pueblo de Arrasate el que recupere esta pieza, exponente de su patrimonio histórico y cultural, que lleva más de 200 años fuera de casa.
Tras rescatarla de su entierro por la Inquisición, la inscripción romana de San Valerio lleva más de dos siglos fuera de Arrasate