as cervezas artesanas son numerosas en la actualidad y solo en Donostia ya han surgido varias marcas como Mala Gissona, Gross, Gar and Gar o Baga Biga Faktoria. Pero en la capital guipuzcoana hubo un tiempo en el que esta popular bebida no existía. Sí, por el contrario, la sidra, que era la gran protagonista de las sidrerías, repartidas por todos los barrios rurales.

A ella se unió hace siglo y medio una nueva bebida refrescante y espumosa. Según distintos historiadores, en 1863 existió una fábrica de cerveza y limonada en el barrio de El Antiguo. También hubo otra, propiedad de Juan Pozzy, en el paseo de las Puertas Coloradas, hoy Ategorrieta, en 1849. Esta exportaba a antiguas colonias españolas, como Cuba y Puerto Rico, y a ciudades cercanas como Bilbao, Iruñea y Santander.

Según relatan, en este emplazamiento se instalaron en 1872 unos hermanos alemanes expertos en la materia. El terreno había acogido antes el caserío Chofre Mayor, así denominado porque había pertenecido al mercader Jofre Ibáñez de Yarza. El nombre pasó después a denominar la desaparecida plaza de toros y, más tarde, a la plaza principal del nuevo Gros.

Aquella factoría cervecera se ubicaba en el mismo terreno en el que ahora se asienta el convento de María Inmaculada, de actualidad porque ha dejado de ser residencia religiosa y colegio tras más de un siglo de vida y en su lugar se proyecta un complejo de hotel, supermercado y estacionamientos subterráneos, que han resultado polémicos.

En este terreno, entonces rural, los hermanos Benedikt y Klaus Kutz instalaron una fábrica de cerveza y de hielo, que se denominó Cervecería de Estrasburgo. Los hermanos Kutz procedían de la ciudad alemana de Ulm, cercana a Baviera, donde el zumo de lúpulo y cebada fermentado sigue siendo una de sus principales señas de identidad.

El maestro cervecero Benedikt Kutz llegó en 1867 a Donostia y se enamoró de la donostiarra Juana Ygarzábal, con la que casó. Posteriormente, fue su hermano Klaus el que se desposó a una hermana de Juana. La completa familia dejó su huella en la ciudad, así como numerosos descendientes y hoy no son pocos los donostiarras apellidados Kutz. Además de su actividad cervecera, también se abrieron sucesivos cafés Kutz, una de cuyas localizaciones estuvo en el Boulevard esquina Garibay, cuando esta vía era centro neurálgico de los encuentros en la ciudad.

Exposicion de Barcelona

A Benta Berri

Pocos años después de fundarse la cervecería Kutz de Ategorrieta, esta marca logró en 1888 la medalla de plata en la Exposición Universal de Barcelona, un galardón al que siguieron numerosos premios internacionales que fueron incrementando la fama de las ya llamadas Cervezas El León. Esta se fue alargando con el tiempo ya que Juan y Teodoro Kutz, hijos de Benedikt, así como su primo Ramón, hijo de Klaus, siguieron con la actividad. Los nombres de los primeros han aparecido durante tiempo en los botellines de Cervezas en León y Keler, la sucesora de aquella primera bebida de fabricación local creada por unos alemanes.

El éxito de la cervecería Estrasburgo de Ategorrieta hizo que los empresarios optasen por trasladarse a lo que hoy es Benta Berri y crearan allí en 1890 la fabrica de cervezas El León, que trabajó durante décadas acompañada de otras industrias como la fábrica de chocolates Suchard y caramelos Sugus, así como de la factoría Lizarriturry y Rezola, dedicada a las bujías, glicerinas y jabones, como el famoso Lagarto. Esta zona industrial fue derribada en los años 80 para dar paso al actual barrio.

Con el cierre de la fábrica de Benta Berri, la actividad cervecera de El León se trasladó a la localidad navarra de Arano en 1982, donde dejó de fabricarse hace más de veinte años.

La primera industria dedicada a fabricar cerveza estaba en Ategorrieta, en el solar ahora ocupado por el convento de María Inmaculada