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Los Paul Newman del hogar del jubilado de Zumarraga

Varios socios del hogar del jubilado juegan todas las tardes al billar. Tienen más afición que Paul Newman, que grabó dos exitosas películas sobre este juego

Los Paul Newman del hogar del jubilado de Zumarraga

El añorado Paul Newman protagonizó las dos películas de billar más célebres: El buscavidas (Robert Rossen, 1961) y El color del dinero (Martin Scorsese, 1986). La tercera se podría rodar en el hogar del jubilado de Zumarraga: un grupo de socios se reúne todas las tardes para jugar al billar e incluso han organizado un encuentro, en el que han participado jugadores de Bergara, Eibar, Urretxu y Zumarraga. Se han impuesto los eibartarras.

A primera hora del martes por la tarde se reunieron seis jubilados: Pedro Hinojo, Gabriel Mora, Juan Movellán, Plácido Chamorro, Narciso Caballero y Mitxel Domínguez. En las películas estadounidenses se juega al billar americano, pero los protagonistas de este reportaje juegan al francés. "No nos gusta el americano. Desde chavales hemos jugado a este y es el que nos gusta. Es más artístico. Eso sí, hacer carambolas a tres bandas es difícil y nosotros las hacemos de manera libre".

Recuerdan que antaño había una gran afición al billar. "Había media docena de billares en Zumarraga y Urretxu. Uno estaba en el bar Versalles, pero la mayoría estaban en salas de juego. Había salas de juego en las calles Bidezar y Legazpi de Zumarraga, en el local donde hasta hace poco ha estado la autoescuela Odriozola... Había una gran afición. Los jóvenes no teníamos tanta oferta y a esto hay que dedicarle tiempo. No se aprende de un día para otro. Nosotros aprendimos a base de ver a otros y jugar".

Creen que con ellos acabará el billar francés en Urretxu y Zumarraga, pues los jóvenes juegan al americano. Eso sí, mientras ellos sigan al pie del cañón, el francés seguirá siendo el rey: en los hogares del jubilado de los dos pueblos hay mesas de billar y están muy solicitadas. "Hay por lo menos tres tamaños y la mesa de Urretxu es de las medianas. Nosotros tenemos dos y son de las pequeñas. Teníamos que elegir entre una grande o dos pequeñas y decidimos comprar dos pequeñas porque suele venir mucha gente a jugar".

Así es. En los billares del hogar del jubilado de Zumarraga se llegan a juntar 20 personas. Como en las películas americanas, pero sin alcohol, tabaco, apuestas ni malos rollos. "La mayoría venimos hacia las cinco de la tarde, pero por las mañanas también viene gente", comentan.

Solo hombres Todos los jugadores son hombres. Por supuesto, las puertas están abiertas a las mujeres. "El billar se presta a comentarios como A que no la metes por ahí y justo al lado tenemos la peluquería del hogar del jubilado. Menos mal que ya saben a qué nos referimos...", bromean.

La mayoría de ellos jugaron de jóvenes, después lo dejaron y han recuperado esta afición tras jubilarse. "Es un juego que engancha, pues poco a poco consigues hacer jugadas más difíciles. Además, el billar es bueno para la mente: hay que pensar mucho cada jugada".

Añaden que se hace más ejercicio del que a simple vista parece. "Hace falta fuerza y habilidad. Al contrario que los juegos de cartas, no es estático. Es más completo. Mueves los brazos, los pies... Si midiésemos los pasos que damos durante las dos horas que pasamos aquí cada tarde, más de uno se llevaría una sorpresa".

Ni Paul Newman mostraba tanta pasión por el billar. Era un gran actor, pero es imposible transmitir tanta pasión por algo si no se siente realmente. Para hacerse una idea de cómo lo viven los jugadores de Zumarraga, basta con visitar su txoko del hogar del jubilado. Cada uno tiene su taco y los guardan en un soporte en el que cada jugador tiene su número. Además, tienen otros palos para los que no disponen de su propio taco. Y en un armario guardan el resto del material necesario para jugar al billar y hasta una aspiradora para limpiar las mesas. Mejor no les preguntamos si en casa pasan la aspiradora...