"Vamos a empoderar a 20 jóvenes de Baltistán para que desarrollen proyectos"
Shazia Maryam (Skardu; Pakistán) y la oñatiarra Oihane Aizpurua viajarán el día 31 a Baltistán para llevar a cabo un proyecto que empoderará a 20 jóvenes
Oñati - Shardu, la puerta de entrada para miles de montañeros que acceden al Karakorum y para los que ascienden al K2 cada año, y Oñati han acortado distancias. De la capital de Baltistán, al norte de Pakistán, procede Shazia Maryam, que en marzo del año pasado llegó a la facultad de Enpresagintza de Mondragon Unibertsitatea para cursar un máster. Esta joven de 27 años y la oñatiarra de 22, Oihane Aizpurua, alumna del grado de LEINN, viajarán dentro de seis días al país asiático para materializar el proyecto que han alumbrado Baltistan Fundazioa y Mondragon Team Academy, con la participación también de Esther Cano y Bego Ugarte en representación de la ONG y la red de emprendimiento, respectivamente. "Formamos un buen tándem", asegura Shazia en un gesto de complicidad hacia su compañera, con la que ha hecho muy buenas migas en estos diez meses. Maryam y Aizpurua se encargarán de dirigir el programa que proporcionará las herramientas necesarias para que una veintena de jóvenes de Baltistán aprendan a liderar y emprender en equipo. A empoderarse, en definitiva.
¿Cómo se gesta este proyecto?
-Oihane Aizpurua (O.A.): Hace dos años que la organización de cooperación internacional al desarrollo, Baltistan Fundazioa, que trabaja en el valle del Hushé, y Mondragon Team Academy (MTA) empezaron a darle vueltas a cómo establecer una colaboración conjunta para ayudar a empoderar a la población de Baltistán, para que sean ellos mismos los que detecten qué proyectos tienen que llevar adelante. Se vio, entonces, que la metodología de trabajo de Mondragon Team Academy podía encajar en este propósito. Han venido dos jóvenes a la universidad, primero Basharat Ali y después Shazia. El proyecto cuenta con subvención del Gobierno Vasco.
¿Cuáles son sus claves?
-Shazia Maryam (S.M.): El objetivo es empoderar a personas, en este caso a una veintena de jóvenes, diez hombres y otras tantas mujeres, para que se conviertan en los líderes que desarrollen los proyectos que en estos momentos Baltistán necesita. Paralelamente se detectarán las necesidades que existen en el Valle, pero también con una perspectiva más amplia de poder implementar los proyectos en otras zonas de Pakistán.
¿Cómo vais a trabajar?
-O.A. : En primer lugar se hará el proceso de selección de los 20 jóvenes. El requisito es que los y las participantes tengan pasión y ganas de convertir sus ideas en proyectos para que Baltistán vaya a mejor. Que se impliquen y crean en ello. La metodología que se va aplicar es la de aprender haciendo; formándoles a partir del modo de funcionar de MTA. Se crearán dos equipos, de cinco mujeres y cinco hombres en cada uno de ellos, que irán aprendiendo en los ámbitos del emprendimiento. Leerán libros, visitarán a clientes, se impartirán talleres? Además, contamos con la colaboración de la universidad de Baltistán, que nos cederá espacios.
-S.M.: La idea es que estos jóvenes monten su propia empresa cooperativa y colaboren, a su vez, con la comunidad. La agricultura puede ser una vía, las opciones que se abren en el sector turístico? Se trata de crear oportunidades que quizá hasta ahora no han aparecido, pero que gracias a estas personas impliquen innovación e iniciativas diferentes.
En el caso de las mujeres, ¿qué les va a aportar esta experiencia?
-Z.M. : Las chicas de Baltistán quieren un cambio. Hay muchas que están dolidas con la cultura y las desigualdades de género. Este proyecto es una oportunidad para ellas, para tener ese cambio en sus vidas, empoderarse.
-O.A. : Shazia es ya un ejemplo. Ha salido del país a estudiar y vuelve a aplicar lo aprendido en su pueblo. Además, como conductora del proyecto, tendrá su efecto.
El programa durará seis meses. Y, después, ¿qué?
-O.A.: Primero se hará una valoración de los resultados de esta primera experiencia, en el que nuestro papel va a ser motivar a los participantes para que pongan en práctica sus ideas, y formen cooperativas, sin depender tanto de ONGs. La intención es darle continuidad a este proyecto y que vengan más jóvenes a formarse aquí para que luego devuelvan lo aprendido a su pueblo. Si surgen oportunidades de crear empresas las apoyaremos.
Shazia, ¿qué te llevas de estos meses en Oñati?
-En Pakistán he cursado un grado en administración de empresas y aquí el máster en Liderazgo Emprendedor e Innovación. He aprendido mucho. Por un lado, los valores que infunde MTA y, por otro, Oñati ya es mi segundo pueblo. De los oñatiarras he aprendido a querer al pueblo; en todas las cosas que hacen, estén donde estén, no olvidan a Oñati. Además, tengo tres familias oñatiarras (sonríe). He pasado mi vida hasta ahora en Baltistán y no he subido a un monte hasta que llegué aquí. En casa -es la mayor de siete hermanos- me apoyan mucho; mi padre nunca dice no si es en beneficio para mí. El proyecto que vamos a desarrollar entiendo que es para toda la vida; quiero seguir en mi país aplicando los valores de MTA.
En tu caso Oihane, ¿cómo esperas vivir la experiencia?
-Es mi proyecto de fin de grado. Tengo muchas ganas de que llegue el día 31. Al principio va a ser un poco impactante ver una realidad completamente diferente, pero estoy convencida de que en el plano personal me va a aportar muchas cosas en positivo. Ya me ocurrió hace dos años cuando fuimos a India también con LEINN (el grado en Liderazgo Emprendedor e Innovación de Mondragon Unibertsitatea). En lo que al proyecto se refiere, hemos trabajado mucho y va a ser un modo de seguir aprendiendo en mi día a día. Y, por su puesto, me gustaría poder continuar con él más allá de estos seis meses. Por otra parte, voy a estar con Shazia, que nos hemos complementado muy bien. Es un ejemplo a seguir como mujer y una luchadora; le pone pasión a todo lo que hace.