Soraluze - Armero de profesión, el soraluzetarra Aitor Amor tiene 70 años y se ha pasado media vida aprovechando su tiempo libre para realizar makilas y bastones de manera artesanal. Sus espectaculares creaciones, en las que el maestro artesano deja constancia de su dominio de técnicas armeras como el damasquinado o el grabado a golpe de buril, pueden verse en la exposición Visión de un armero de la makila, habilitada en el polideportivo de su localidad. Con este acto Aitor Amor da por terminada su faceta de artesano de makilas aunque seguirá trabajando en su taller. Eso sí, “haré cosas que requieran menos precisión y minuciosidad porque con la edad que tengo cada vez me cuesta más”, explica.
A nivel profesional, ha desempeñado toda su vida laboral en la industria armera...
-Así es. Con 15 años empecé a trabajar en la empresa Eusebio Arizaga de Soraluze haciendo escopeta corriente. Pero yo quería aprender a trabajar con la escopeta fina, por lo que con 23 años me fui a trabajar una temporada a la empresa eibarresa Unión Armera, que trabajaba con la marca grulla. Allí aprendí el trabajo fino pero me ofrecieron mejores condiciones laborales en la Fábrica de Cañones de Soraluze y me vine a esta empresa, en la que pasé 35 años. De hecho, los últimos seis cañones que salieron de esa fábrica los montamos mi amigo Juanjo Legaristi y yo.
¿Cómo le da a un armero por empezar a hacer bastones y makilas?
-Empecé por una lesión. Me rompí los ligamentos del tobillo y me hice un bastón para salir a la calle. Tenía una forma natural, como un palo de golf y la gente me decía que era muy bonito. Aquello me hizo empezar a coger afición.
¿Por dónde empezó?
-Lo primero que hice fue aprovechar las numerosas salidas al monte que hacía los fines de semana con la Sociedad Deportiva y con la cuadrilla para conocer los árboles y los arbustos; esto es, empecé interesándome por los diferentes tipos de madera para ver cuáles me podían servir para hacer nuevos bastones. Los primeros que hice fueron para mis hermanos y mi cuñado, con mango forrado de cuero y forma de pera, que entonces era lo clásico que se llevaba para ir al monte.
Y llegó un momento en que dio el paso de los bastones a las makilas...
-Al año de hacer aquellos bastones vino mi cuñado con una euskal makila y me dijo a ver si podía hacer una como aquella. Para mí lo más difícil era trabajar el cuero porque no conocía ese mundo, por lo que la primera makila la hice con cordón plano de trenza. Sin embargo, en el bar Txoko de Soraluze había una foto en la que se veía al bertsolari Uztapide con una makila con la trenza redonda y siempre me decía a m i mismo que tenía que conseguir hacer algo así. Pregunté en un montón de sitios pero nadie me sabía decir cómo hacerlo. Hasta que un día me tropecé en Donostia con una chica peruana que hacía pulseras con la trenza en redondo. Le compré una y al desmontarla vi que estaba compuesta por cuatro cabos. Así conseguí sacar el trenzado en redondo para las makilas. La primera la hice en 1984.
Y desde entonces las ha hecho de infinidad de formas...
-Sí. Todas ellas las he hecho utilizando cuero, algún tipo de metal y madera, fundamentalmente de níspero, acebo y espino. Además, siempre incluyo dibujos de lauburus, rosetas u otros motivos vascos.
¿Qué diferencian a sus makilas de las de otros artesanos?
-La principal particularidad de mis trabajos es que en ellos incluyo grabados realizados a golpe de buril, que es donde se refleja mi profesión de armero. Todas mis makilas tienen algún grabado en la empuñadura. Además, casi siempre personalizo el pomo (la txapela de arriba) de las makilas, grabando las iniciales y el escudo heráldico del cliente.
¿Cuáles son las makilas de las que está más satisfecho?
-Tengo dos con las que me he quedado muy a gusto. Una de ellas tiene en la empuñadura el grabado de un aizkolari cortando encima de un tronco, con otros dos troncos al lado; y la otra un grabado de dos pelotaris jugando en el frontón. Hasta ahora no he querido venderlas pero un exaizkolari que es padre de uno de los mejores aizkolaris del momento me pidió hace unos años que le vendiera esa makila y aunque inicialmente le dije que no ahora ha vuelto a la exposición de Soraluze y me ha vuelto a preguntar si se la vendería. Me ha ofrecido 3.500 euros y me lo estoy pensando.
¿Tiene un cariño especial a alguna de sus creaciones?
-Sin duda, a los bastones de mando que realicé para la alcaldía de Soraluze y para Euskaltzaindia.
Con esta muestra pone fin a su labor de artesano de makilas....
-Así es. Con la edad cada vez me cuesta más hacer trabajos que exigen una gran minuciosidad y precisión, por lo que a partir de ahora haré cosas menos exigentes.
¿Hasta cuando se puede visitar la muestra de Soraluze?
-Hasta el próximo sábado. De lunes a viernes está abierta de 19.00 a 20.30 horas y el sábado se podrá visitar de 12.00 a 14.00 horas.