Adentrarse en el Casco Histórico bergarés supone una grata sorpresa. Es un regalo para la vista. La arquitectura italiana, la centroeuropea, el barroco sevillano, el gótico vasco? han sobrevivido al paso del tiempo. Intactos y vivos ofrecen al caminante un muestrario de arte europeo al aire libre de entre los siglos XVI al XVIII. Disfrutar de estos elementos patrimoniales únicos es la propuesta que durante estos días brinda la oficina de Turismo en el marco de las visitas guiadas que se desarrollan bajo el epígrafe de Bergara monumental.
Partiendo de la plaza San Martín, donde se encuentra el ayuntamiento, se plantean dos recorridos que, callejeando por el primitivo casco urbano, permiten conocer y degustar su monumentalidad e historia. El que lleva por título Ilustración, Ciencia y Educación y Renovación se detiene, sin salir de la Plaza, en el Real Seminario, uno de los centros de enseñanza e investigación científica más importantes de Europa a finales del siglo XVIII. Unos metros más adelante, al inicio de la calle Bidekurutzeta se encuentran los palacios Ondartza y Jauregi, este último, con su asombroso bajorrelieve de influencia centroeuropea, reta a quien lo contempla a buscar sus escondidas figuras. El paseo avanza hasta la plaza Munibe, enmarcada por la casa Iturritxo y el palacio Moiua-Barrena, reedificado tras la matxinada de 1718.
Una vez alcanzada la travesía de Ikerleku un panel recuerda el lugar exacto donde los hermanos Fausto y Juan José Elhuyar descubrieron el Wolframio en 1783. Mientras tanto, en la cercana calle San Pedro se observa el carácter popular de la mayoría de los inmuebles, algunos de los cuales han sido remozados en los últimos 150 años, aunque mantienen en su interior las estructuras antiguas. A su inicio se levanta otro magnífico ejemplo de arquitectura civil urbana: el palacio de Azkarate-Marutegi (Batzoki), que reclama la atención del visitante desde su balcón labrado e incrustado en la fachada.
En este punto se abre la plaza Ariznoa, otro de los lugares emblemáticos de la villa: el núcleo de poder original, conformado por la iglesia de San Pedro, que merece una visita pausada, y la torre de una de las principales familias vascas: la originaria Olaso que deviene en la de Monzón. Asimismo, la presencia de los juzgados destaca el carácter político de Bergara como cabeza de partido judicial. A esta altura, un panel explica que en lugar fue encarcelado, juzgado y agarrotado en 1897 Michelle Angiolillo, el anarquista italiano que mató al presidente del Gobierno español Canovas del Castillo en el cercano balneario de Santa Águeda, en Arrasate, como respuesta a las torturas y ejecuciones sufridas por sus compañeros en Barcelona. Tras el juzgado se erige el palacio de Errekalde, sede del Laboratorium, el museo de la ciencia que custodia y exhibe la valiosa colección del Real Seminario.
a diario El segundo itinerario discurre por las tres calles paralelas Goenkale (calle de arriba), Artekale (la del medio) y Barrenkale (la interior y principal). “La mayoría de los turistas que recalan en el municipio no se esperan encontrar con todo este patrimonio arquitectónico que nos desafía de calle en calle, sobre todo si las entradas al pueblo dan muestra de su marcado carácter industrial”, explican desde la Oficina de Turismo.
Para disfrutar del Conjunto Monumental bergarés, y aprovechando la campaña estival, hasta el próximo día 31 se organizarán visitas guiadas a diario, a las 11.00 y 12.30 horas. También hay ocasión de solicitar un recorrido a la carta, pero, en este caso, se requiere hacer la reserva al menos con cuatro días de antelación, llamando al 76 90 03, donde se puede solicitar más información sobre el programa.
Bergara rezuma historia en sus calles. Bergareses y visitantes tienen mucho por descubrir.