legazpi - Los apóstoles que Jorge Oteiza esculpió para el friso de la basílica de Arantzazu estuvieron en una cuneta hasta que el Obispado de San Sebastián dio permiso para colocarlos. El ferrón que el escultor legazpiarra José Luis Arzuaga ha esculpido ha protagonizado una historia similar: ha estado cinco años en su taller, hasta que ha llegado a un acuerdo con el Ayuntamiento de Legazpi para su colocación en el parque de Mirandaola.
Arzuaga tiene 79 años. Es carpintero, pero desde niño le ha gustado también trabajar la piedra. Recuerda que solía ir andando a Arantzazu para ver trabajar a Oteiza. “Mi oficio ha sido la carpintería y, aunque apenas he esculpido en piedra, siempre me ha gustado. Me gusta mucho el arte, de toda la vida. Vi los apóstoles de Oteiza cuando eran solo unos trozos de piedra. Y le vi trabajar. Con catorce años iba andando desde Legazpi a Arantzazu. Gozaba viendo las obras de arte”, recordaba en un reportaje publicado por este periódico en febrero de 2017.
Poco imaginaba en aquellas excursiones a Arantzazu que iba a acabar protagonizando una historia como la del genio oriotarra. El legazpiarra soñaba con realizar un gran trabajo en piedra y lo consiguió. Esculpió un gran ferrón de 3,25 metros, utilizando una piedra caliza de 12,5 toneladas traída desde Tarragona. Le llevó más de tres años: comenzó su labor en agosto de 2010 y la finalizó en Navidades de 2013. “Pensé homenajear a los legazpiarras que trabajaron en las ferrerías. No sabía si conseguiría ver cumplido mi sueño, pues no soy profesional, pero lo conseguí. Lo que se afronta con ilusión, sale adelante”.
Trabajó muy duro. “No se puede calcular cuántas horas metí en ello. Traje la piedra de Tarragona. Tenía 12,5 toneladas y se quedó en 3,5. Utilicé cuatro o cinco máquinas rotaflex y cinceles. Trabajé tanto en invierno como en verano. En invierno ponía una sombrilla sobre el andamio y me abrigaba bien. Gocé y sufrí. A veces iba a casa pensando en que me había pasado quitando piedra. Estaba deseando que amaneciera para comprobarlo. Con este mismo tipo de piedra, caliza tirando a mármol, están haciendo la Sagrada Familia de Barcelona”.
Fumata blanca Su ilusión era colocarlo en un lugar destacado del pueblo, pero el Ayuntamiento no mostró todo el interés que él deseaba. Hubo algún malentendido y la escultura ha estado cinco años en su taller, esperando, pero la situación por fin se ha reconducido y va a tener un final feliz: Arzuaga ha donado su obra Homenaje a todos los ferrones al Ayuntamiento y este la colocará en el parque de Mirandaola. El convenio de donación se firmó el jueves pasado. Arzuaga había cumplido 79 años dos días antes. Fue el mejor regalo de cumpleaños que podía recibir.
Todo este asunto le tenía cansado, pero la firma del convenio le ha revitalizado. Tanto, que ha retomado con brío un trabajo que tenía un poco abandonado: la escultura de una mujer, a tamaño natural, como homenaje a las vascas que durante la guerra se quedaron a cargo de las familias mientras los hombres luchaban en el frente. Es una mujer con un niño en brazos, mirando al frente. Esta escultura también es de piedra caliza, pero en este caso de color gris. De la cantera de Lastur. “Estoy muy contento porque he superado todas las trabas. Después de todo lo que he pasado, estoy disfrutando mucho con la escultura de la mujer”. Y Oteiza, allá donde esté, seguro que está fumando un puro a su salud.